Crónica de la Cuaresma y la Semana Santa de Dos Hermanas (III)

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Semana Santa

A destacar el ambiente rabiosamente popular de las hermandades

Vuelvo hoy a la crónica de la Semana Santa, y empezaré hablando de la procesión de la Virgen del Pilar en su Mayor Dolor de la Agrupación del Cristo de la Humildad de Montequinto en el Sábado de Pasión. Por tercera vez – y segunda en Semana Santa- veía sus calles esta imagen ‘quinteña’, obra del imaginero José María Leal Bernáldez, caracterizada por ser aniñada y dulce. Se cobijaba en un palio rojo –que era la primera vez que sacaba- y llevaba manto morado. En la gloria se representaba la Virgen del Pilar de Zaragoza. El paso se adornaba con orquídeas, conejitos, rosas rosas y rosas blancas. Llevaba flor de cera. A destacar en el cortejo la llamativa cruz de guía. Salió la procesión por primera vez de la Parroquia de Nuestra Señora de los Ángeles y San José de Calasanz a la que se ha agrandado la puerta. Se colocó por cierto una gran rampa, en la que colaboró el ayuntamiento. La Virgen recorrió rodeada por muchos fieles las amplias y bellas calles de tan singular barriada nazarena, la más vinculada a Sevilla por el nacimiento de sus habitantes.

Y llegó el Domingo de Ramos y con él la misa solemne de Ramos. La procesión de Ramos, recibiendo a Cristo en la Ciudad Santa de Jerusalén, por el agua no pudo salir en muchas parroquias como Santa María Magdalena y el Ave María y San Luis. En la primera parroquia cantó la coral Regina Coeli y, en la segunda, se concilió la misa más tradicional con la más moderna a cargo de las Comunidades Neocatecumenales. Presidió esta segunda el obispo auxiliar Monseñor Santiago Gómez Sierra, quien predicó como clausura de las Misiones Parroquiales haciendo hincapié en que la parroquia era tierra de misión para ese resto de Israel que la frecuentaba. Fue una homilía eminentemente catequética y, además, muy hermosa. Y, aunque había llovido abundantemente durante la mañana y mediodía, pudo salir por la tarde la Borriquita y el Cautivo. Yo vi la primera a la salida, en la carrera oficial momento en que se luce especialmente. Era muy bello el cortejo de palmas. Al paso de Cristo y, creo que la hermandad tiene conciencia de ello, le falta más pueblo judío que el pequeño niño. Ya harán nuevas efigies. El paso se adornaba con astromelias, antirrinos y flores de cera. El Cristo llevaba su túnica con ese precioso y original dibujo que parece un escorpión. La Virgen se tocaba con mantilla del siglo XIX que estrenaba, donada por una familia de hermanos. El paso se ornaba con pediculatas, rosas blancas y rosas blancas de pitiminí. Presidía el paso Manuel Sánchez de Heredia, Rafael Gutiérrez Fernández y Miguel Silvestre Bengoa, sacerdote de la Obra de la Iglesia y vicario parroquial de San Bartolomé de Sevilla. Como se ve, iba abundante clero. Para mí, fue una bellísima estampa ver la procesión por el palmeral de los Jardines por el que parecía que Cristo caminaba como si de la Jerusalén terrenal se tratara.

Y, después, el Cautivo. Aunque su sitio más típico es el callejón Cruz yo gusto de contemplarlo por su barrio rodeado por el buen pueblo de Dos Hermanas. Lo contemplé por la calle Reyes Católicos, por donde se despliega al cofradía. Este año la hermandad tenía varios estrenos que se han podido leer en este periódico. Yo sólo diré que el Señor volvió a sacar potencias de plata, las cuales le sentaban estupendamente, y que llevaba una túnica morada tornasolada muy bella y que además coincidía con el color que recomendaba el concilio de Trento. El cíngulo era de plata donado por unos hermanos y el escapulario en plata bordado en seda regalado, a su vez, por un hermano. El Cristo iba singularmente bello. El paso se adornaba con rosas rojas, iris, liliums rojos, flor de cera, alhelíes morados y romero formando un conjunto variado y bello. La Virgen vestía un tocado de blonda con corales debajo del tocado. El paso llevaba numerosas flores de cera, Se ornaba con rosas blancas, rosas pequeñas rosas y calas blancas. Por cierto, este año ha sido muy usada la cala, una flor muy tradicional y bella, tanto en los exornos florales de Sevilla como de Dos Hermanas. Ya digo que preciosa se ve la cofradía por la calle Reyes Católicos. Este año el palio entró muy tarde alrededor de las tres de la madrugada.

Y advino el Lunes Santo y con ella la popularísima procesión de Presentación al Pueblo o más castizo aún de Amor y Sacrificio, cofradía a la que los postmodernos han dado en llamar simplemente, para mi desesperación, la del Lunes. Este año ha destacado que pasara por la calle Alcoba aunque yo la vi en su popular salida. Es de destacar la nueva fase del dorado del paso de Cristo y el estreno de un guión de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana, a las que la hermandad se encuentra muy vinculada. El Cristo vestía una clámide azul bordada a realce, artísticamente bella pero ya sabemos que debe llevarla de color rojo. Claudia Prócula vestía traje morado y manto verde. El paso se adornaba con bellísimos claveles sangre de toro. El conjunto era hermoso y tremendamente efectista. La Virgen llevaba claveles blancos, antirrinos, frecsias y rosas de pitiminí. Vestía su bella saya bordada y un tocado de lamé y llevaba numerosos rosarios y medallas colgadas. Se adornaba también el paso con numerosa flor de cera. Presidía el paso de Cristo Alberto Jaime y el de Virgen el párroco de Nuestra Señora de la Oliva Diego Román. Ya digo que la cofradía es enormemente popular y recomendable de ver en cualquier parte de su itinerario, destacando, para mi gusto, la salida, el puente y la entrada. Por cierto, la del Puente es otro nombre popular de la corporación, más ajustado que la del Lunes.

Y llegó el Martes Santo y la misa crismal en la catedral, en la que se bendicen los Santos Óleos y a la que asiste el clero de la archidiócesis, singularmente el de Dos Hermanas. Y salió mi cofradía de Pasión, conocida por la de Las Portadas por el barrio donde reside, preciosa ciudad jardín de nuestra ciudad. Yo este año la vi entrar en el barrio, viniendo de las Casas Baratas –barriada de Nuestra Señora de Valme- y de la Parroquia de Nuestra Señora del Rocío. El Señor y el Cirineo se levantaban sobre un monte de claveles rojos y en las jarras llevaba rosas rojas. El bello Cristo de Luis Álvarez Duarte estrenaba el dorado de las potencias. En cuanto a la Virgen, se adornaba con una mantilla y llevaba un corazón alado en las manos que estrenaba y que es símbolo de su advocación. El paso se adornaba con liliums blancos y jarras de clavel blanco. Quizá fuera el adorno floral más impactante de este año. La procesión es una de las más largas de Dos Hermanas. La cofradía se luce especialmente en los barrios de su Parroquia de Nuestro Padre Jesús de la Pasión. Presidía el párroco Ignacio García González.

Y advino el para mí tan querido Miércoles Santo pues sale la Reina de mis Amores, la Virgen de los Dolores. Es la Oración en el Huerto cofradía para verla en cualquier lugar de su itinerario. Yo la vi este año en las calles Rivas, Lope de Vega y Aníbal González, su popular calle Patomás. Este año el Misterio se había colocado de forma distinta. Además los apóstoles Pedro, Santiago el Mayor y Juan se habían restaurado por el joven y brillante imaginero local Antonio Luis Troya Román. El paso se adornaba con hipericum morado, alhelíes morados, chicoyumbos, astromelias moradas, rosas rojas y jerbera. Como vemos un variado conjunto de flores. El Cristo llevaba su túnica bordada. En cuanto a la Virgen vestía una toca de hojilla de principios del siglo XX, rodeada de encaje dorado. El palio estrenaba borlones dorados. Se ornaba con tulipanes blancos, alhelíes blancos, rosas blancas, rosas de pitiminí blancas e hipericum blanco. También un variado exorno floral. Presidía Manuel Sánchez de Heredia y el terciario capuchino de Nuestra Señora de los Dolores, congregación tan vinculada lógicamente a la cofradía, Fray Sisinio. La hermandad ya sabemos que tiene una de las entradas más solemnes y populares de Dos Hermanas, a la que gustan muchos de asistir.

Llegó, pues, el Jueves Santo y con él la misa In Coena Domini –en la Cena del Señor-, primer y gran día del Triduo Pascual, en que conmemoramos la institución del sacerdocio y de ese gran regalo de Dios que es la Eucaristía. Como siempre, fue solemnísima en la Parroquia Mayor y Más Antigua de Santa María Magdalena. Yo la oí en el Oratorio de la Obra de la Iglesia en la calle Real Sevilla, donde concelebraron Alejandro, italiano, y Buenaventura, ugandés, signo de la internacionalidad de ese movimiento fundado por la Madre Trinidad. El primero, habló excelentemente sobre la institución de los presbíteros y sobre la de la Eucaristía, manjar del Cielo que Cristo nos dejó como alimento. Se lavaron los pies a doce fieles y, ciertamente, el lavatorio da especial solemnidad a esta especial misa.

Y, con ello, acabamos la tercera parte de esta crónica que remataré en el próximo número. Vale.

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