La Juncal: gaseosa made in Dos Hermanas

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La Juncal
Carro tirado por mulos (matrícula SE-581) que realizaba el reparto en los primeros años. El de la izquierda es José Rodríguez Marín.

1977

Antes de que a Dos Hermanas llegaran los frigoríficos, el Polo Norte nazareno estaba ubicado en la calle Melliza: allí se formaban largas colas, en verano, para llevarse a casa, en un cubo, una materia prima entonces considerada un lujo: los pedacitos de nieve que, previamente, en su nave, los hermanos Monge habían troceado, hábilmente, con un pincho. La máquina de nieve, que ni siquiera dejaba de funcionar de noche, fabricaba más de 400 barras heladas cada día. Corría el año 1956 y los hermanos Luis y Miguel Monge continuaban el oficio que les enseñó su padre, Juan Miguel Monge Guerra, que en los años veinte fundó en calle Real Utrera una de las primeras fábricas de nieve de Dos Hermanas.

La Juncal
Fábrica de hielo. A la derecha se observan las barras de nieve listas para ser troceadas.
La Juncal
El pequeño Miguel (hijo de Miguel Monge) montado en el primer camión de “La Juncal”, sobre 1965.

Años más tarde, cuando en las cocinas nazarenas se le hizo un hueco (ya para siempre) al “frigo”, la empresa siguió produciendo nieve a diario, aunque en menor cantidad. Ya por entonces, la mente de Miguel (aquel que, de niño, sorprendía a sus maestros de Los Frailes por su ingenio) había parido un nuevo invento: la gaseosa. Si los americanos habían puesto de moda la Coca Cola, en Dos Hermanas les salió una dura competencia. Los hermanos Monge, cual alquimistas, comienzan a experimentar con esencias y lanzan al mercado “Loar”, un refresco con pulpa de naranja, envasado en un pequeño botellín tapado con un platillo. El negocio funciona y pronto cuatro pequeños empresarios de la provincia (uno de Utrera, otro de Triana, otro de Cerro del Águila y los nazarenos Monge) se asocian para crear una nueva marca de refresco que acuerdan en denominar “La Juncal”. Cada cual tiene su local y su maquinaria, pero todos comparten la misma fórmula. Mezclan, en los porcentajes establecidos, esencias (de naranja, limón, blanca y cola) con agua de seltz (agua con gas). En los primeros años los clientes devolvían los cascos vacíos y los empleados (Miguel García , José Lucena, Manuel Cejudo, Francisco Márquez…) los introducían en unas máquinas lavadoras, para posteriormente realizar el relleno del refresco mediante mangueras. Más tarde se mecanizó este procedimiento, instalándose una embotelladora, a la que los envases ya llegaban impresos con la marca. Otro artilugio fabricaba cabezas metálicas de sifón. Para entonces, la originaria fábrica de hielo de Melliza ya se había ampliado y se le había añadido un local trasero en Botica. El establecimiento daba a ambas calles.

La Juncal
Sobre estas líneas, los trabajadores Antonio Montaño, Miguel Monge, Tinoco, Armando, Manuel Cejudo, y Miguel García Madroñal. Abajo, máquina elaboradora de La Juncal.

El negocio prosperó, y así continúa hoy, en 1977. Los nazarenos ponen a su mesa los refrescos de “La Juncal”. El carro de antaño, tirado por mulos, fue sustituido por una furgoneta y ahora son tres los camiones que hacen el reparto diario: dos por Dos Hermanas y otro por Bellavista y Alcalá. Además, los Monge han creado una marca propia, “La Bonita”, que distribuyen junto a “La Juncal” y la nieve, por los bares.

Una amenaza se cierne ahora sobre el negocio: una potente fabricante de refrescos, “La Casera”, se intenta imponer en el mercado español y está comprando todos los pequeños productores locales de gaseosas. Veremos si logra sobrevivir al gigante “La Juncal”, la gaseosa “made in Dos Hermanas”.

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