No cometamos ahora los errores del año 1936

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Plaza de la Constitucion

No creo que me salga del ciclo cuaresmal, si no más bien todo, lo contrario si recuerdo en este artículo lo que pasó en nuestro pueblo en el año 1936. Afirma el viejo decir: “Si el liso oyera y la víbora viera no habría persona humana que al campo saliera”. Aquí, en este país como ni el liso oye ni la víbora ve las personas humanas salen al campo a cometer toda clase de tropelías.

A los historiadores y a los no historiadores, sobre todo a los que vivieron los trágicos días de 1936, personas mayores y de respeto sean de la ideología que sean, le recuerda la actual situación de España a la vivida en aquél aciago y fatídico verano.

Muchos sucesos tuvieron lugar en nuestra Dos Hermanas. Unos quemaron la Iglesia de Santa María Magdalena, nuestro mayor monumento, un lugar de referencia para todo el pueblo y donde se custodiaban los símbolos o totems -usando una terminología antropológica- más importantes de nuestra ciudad. Afortunadamente, la valentía de unos cuantos salvaron a la mayoría, entre ellos, la Virgen de Valme, el Señor del Gran Poder, la Virgen de los Dolores y Santa Ana, venerada en su Capilla anexa a la parroquia. Otros llevaron a cabo una feroz represión en la que murieron cientos de nazarenos. No quiero decir las cifras exactas. Se pueden consultar en varios libros que están a la venta y que llenan nuestros anaqueles. En barrios como San Sebastián y otros populares en casa sí, en casa no, y otra también había un muerto. Murieron incluso personas como el que fue Alcalde liberal y monárquico de la Villa Juan Antonio Carazo Gómez, hijastro, por cierto, de mi tío, el también Alcalde liberal Federico Caro Lázaro, o personas como el que fue Hermano Mayor de Vera-Cruz José López León, que había sido también liberal, y ahora militaba en el partido de Diego Martínez Barrios, Unión Republicana.

Con esto quiero decir que no sólo murieron obreros, de los muchos anarquistas y de otras ideologías que fueron asesinados en estas tristes jornadas. En San Sebastián se salvarían no demasiadas familias, seguramente las más acaudaladas que también las había, y que eran sobre todo pelantrines, manchoneros y comerciantes de todo tipo.

Y lo cierto es que la radicalización de la vida política que vive ahora el país y muy particularmente Dos Hermanas recuerda a aquella trágica época. Creo que existe una radicalización tanto en la izquierda como en la derecha. Los ataques a la Iglesia en Dos Hermanas no son infrecuentes. Decía mi profesor, el socialista Macarro, que lo que acabó con la II República fue la cuestión religiosa. En efecto, a muchos no les importaba que arrebataran las tierras a la nobleza o que tocaran el estamento militar pero sí les dolía que atacaran a la Iglesia. La cuestión de la religión Católica se encuentra en la epidermis de los españoles. Ya sabemos que “aquí o tomamos chocolate con el cura o nos tomamos al cura con chocolate”. Pero en fin, quisiera que en Dos Hermanas no aconteciera nada y que las gentes del PSOE, de Podemos, del PP, de Ciudadanos y de IU tuvieran la cabeza en su sitio y no iniciaran un conflicto como el que ensangrentó España durante tres años. Aparte de la represión en la Guerra misma murieron muchos nazarenos que combatían en las Fuerzas del General Franco.

No soy una persona política. Mi política en todo caso es la propia de las Hermandades. Desde luego tengo mis ideas. Soy ferviente y extremadamente monárquico como lo fue toda mi casa, tanto paterna como materna, y lo sigue siendo en gran manera.

Me crié entre un abuelo alfonsino y un tío carlista que reverenciaba a la rama de Don Alfonso. Me crié cantando el ‘Oriamendi’ y para mí el “Por Dios, la Patria y el Rey” eran tan común como para otros ‘La Internacional’. Pero, como mi padre y mi abuelo, que eran extremadamente liberales, he respetado siempre a las otras ideologías y a la vista está que las he intentado historiar llevando siempre la verdad por delante. Por eso, me preocupa más la radicalización de la vida política que se aprecia tanto en tantas personas, muy especialmente, en los jóvenes, de los cuales los conozco de ambos espectros ideológicos tremendamente extremistas. No quiero que vuelva a suceder en Dos Hermanas lo que aconteció aquellos días y muchas personas mayores, como he dicho, lo temen. Por algo será.

Costó mucho traer la Democracia a este país y a ello contribuyeron personas como el rey Juan Carlos y políticos de todas las ideologías ya sea de izquierdas o de derechas. Aquí en Dos Hermanas quiero recordar muy especialmente a Manuel Benítez Rufo, Alcalde comunista tremendamente respetuoso con todas las ideologías a pesar de haber sufrido él enormemente la represión del Régimen. Sería una pena que los nuevos comunistas o los de Podemos empezaran de nuevo a querer quitarle calles a los símbolos religiosos como malhadadamente han intentado en Sevilla capital. ¿A dónde nos llevaría este principio? Recuerden todos que Dos Hermanas, a pesar de ser el feudo más importante del socialismo español es también, quizás por recuerdo del pueblo antiguo, una ciudad extremadamente levítica, cantera insesante de sacerdotes, religiosos y religiosas.

Siempre he dicho que aparentemente es una ciudad contradictoria aunque soy consciente de que esta contradicción es solo, como he dicho, aparente, porque en Dos Hermanas conviven todas las ideologías y en muchos se mezcla una ideología rematadamente izquierdista con una religión a flor de piel. Lo que demuestra que muchas personas pueden ser, por ejemplo, comunistas y considerarse a su manera, tremendamente católicos.

Por otra parte, en nuestra ciudad existen aparte de muchas tendencias políticas muchas religiosas. Entre nosotros están los Testigos de Heová, los Mormones, las Iglesias Evangélicas, Presbiterianas, Adventistas, etc. etc. Eso sin contar otras religiones no cristianas. Para mí sería un despropósito, un ataque a cualquiera de estas religiones, como también sería uno a la sede de un partido de la ideología que fuera.

Tenemos que tener mucho cuidado y guardar la moderación en todos los aspectos. Se que han cambiado mucho las circunstancias desde 1936. Ya no hay tantas diferencias sociales y tan sangrantes, ni existe una radicalización en una gran parte de la población. Más como he dicho, existen sectores enormemente peligrosos. Yo lo único que quiero decir es que como alguien ataque a la Iglesia, a sus ministros, a sus templos o a otras denominaciones religiosas se las verá conmigo. Lo mismo digo del que ataque de una manera bestial a alguna institución política o no.

Solo espero que nuestros mayores símbolos: la Virgen de Valme, Santa Ana y San Sebastián protejan a esta nuestra Dos Hermanas en estos días que lamentablemente muchos analistas ven parecidos a los de los comienzos de la Guerra. Vale.

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