Benítez: “Habría que matarme porque no he hecho más que locuras por ser bueno”

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Benítez
José Benítez Pérez, nacido en 1939, en el salón de su casa. Al fondo, la Virgen de Valme y un retrato de juventud con su esposa, Josefa González.

De chaval vendía pan de estraperlo y acabó produciendo 9.000 bollos diarios. Presidió 16 años la cantera del Dos Hermanas y fue candidato a concejal con UCD en 1979

Me lo encuentro, con 84 años ya cumplidos, pedaleando en el salón de su casa de la calle Cerro Blanco. No hay quien tumbe a Pepe Benítez. Se mantiene en forma a pesar de que hace tiempo abandonó el pan y el fútbol, las dos pasiones que le ocuparon los mejores años de su vida.  

El pan, más que una pasión, fue tu forma de ganarte la vida, ¿no?

Yo era todavía un chiquillo y ya vendía pan por el campo. Era pan de estraperlo, que mi hermano traía en cuatro sacos y dos angarillas en una bicicleta desde Los Molares. Para no pasar el fielato, dejaba el pan en una caseta junto a las vías del tren, cerca de Utrera, y ahí lo recogía yo y repartía el pan por el campo, que estaba lleno de chozas. Al principio iba andando y después en bicicleta. Me llevé así 15 años.

¿Tus padres eran panaderos?

No. Mi madre, María Pérez, era ama de casa. Parió 14 hijos, de los que nacimos vivos ocho. Mi padre, Alfonso, trabajaba en el campo. También puso una taberna de vino en calle Benavente.

¿Cómo se convirtió aquel chaval que repartía pan en bicicleta en un industrial que producía 9.000 bollos diarios?

Con mucha constancia y trabajo. Empecé a vender pan de Alcalá y de El Viso y me compré una “vespacar” para el reparto. Después se montó la cooperativa de panaderos Sainpán, en la que estuve ocho años, y finalmente me salí para montar una panadería por mi cuenta, aquí en la calle Azofairón. Me fui muy bien, tenía tres hornos grandes y gastaba más de mil kilos diarios de harina. Incluso hacíamos tartas de boda.  

Pero el éxito no llega así tan fácil. Me han dicho que tú te ibas a vender pan hasta a la playa…

Es que tenía mucha gente a la que darle de comer, estabán todos arrejindaos a mí. No solo vendíamos en la panadería. En la furgoneta repartíamos pan por Sevilla, por La Motilla y en verano íbamos a las playas de Chipiona o El Portil. Nos poníamos en el cruce de Las Cabezas, donde paraba mucha gente que iba en moto a la playa, y allí en la puerta de la venta poniamos unas tablas y vendíamos 15 ó 20 canastas de pan.

¿Cuando y por qué te metes en el mundo del fútbol?

A mis hijos les gustaba el fútbol, mi Fonsi jugaba entonces en el Écija. En 1981 vino a buscarme el presidente del Dos Hermanas, Zurita, para que yo fundara una cantera para el club. Y me metí de lleno. Puse ojeadores en todos los barrios para llevar al Dos Hermanas los chavales que destacaran. Llegué a tener 13 equipos desde benjamines a juveniles.  Se me metió en la cabeza traerme a Paco Peralta, que entrenaba a los infantiles del Betis, y lo conseguí. Metimos a los juveniles en División de Honor y los benjamines fueron campeones de Andalucía. Llegó un momento en que Sevilla y el Betis nos tenían miedo.

¿Te involucraste demasiado? 

Estaba volcado a tope. Habría que matarme porque no he hecho más que locuras y al final fueron pérdidas para mi casa. Me he gastado lo que no hay en los escritos en gasolina y en alquilar autobuses. Yo tenía tres o cuatro furgonetas y iba a recoger a los chavales a sus casas para llevarlos a entrenar o a jugar los partidos. Metía a todo un equipo en la parte de atrás de la furgoneta y les decía que se agacharan cuando nos cruzábamos con la Guardia Civil. He llegado a ir a Morón para llevar y traer a un jugador dos días en semana. Y la locura más grande fue cuando concentré en Prado del Rey a los juveniles para hacer la pretemporada. Iba y venía dos o tres veces desde Dos Hermanas para llevarles comida y lo que hiciera falta.

¿Te arruinaste con el fútbol? 

No me arruiné pero sí me gasté todos los ahorros que tenía. Mi mujer me lo hizo ver y tuve que dejarlo. De todas formas, en los 16 años que estuve hice grandes amistades. Ahora ya no salgo mucho, pero todos los días le dan a mis hijos por la calle recuerdos para mí. Cuando tuve una depresión tras la muerte de Josefa, mi esposa, Juan Varela quiso reconocer todo lo que hice con un partido homenaje entre el Dos Hermanas y el Sevilla Atlético, que estaba en Segunda División. Vinieron siete directivos del Sevilla y en aquel acto me regalaron hasta 20 trofeos.

¿Crees que ha habido gente que se ha aprovechado de ti? 

Mucha gente. Han venido a mí a pedirme ayuda por el corazón tan grande que tengo, y muchos se han aprovechado. A uno le ayudé a montar un despacho de pan e incluso me pidió que le comprara una furgoneta para el reparto, pero nunca me devolvió ni un duro. En la mili en Tenerife me pasó lo mismo. Ya te digo que tendrían que haberme fusilao por lo que hice.

¿Pero qué te pasó en la mili? 

Que el comandante Arriaga, que me vio espabilao, me llamó un día y me dijo que, de los mil tíos que había en el cuartel, yo era el único que me podía hacer cargo de la cantina. Y allí me puso y empecé a ganar mucho dinero, dando de comer a 200 a diario. Llegaban todos los días mil reclutas esmayaos que no se acercaban a la barra porque no tenían ni un duro. Y un día les di gratis a cada uno un bocadillo, un vaso de vino y un paquete de tabaco. Otra vez vino uno y me pidió prestadas 800 pesetas, que en 1960 era un dinero. Y yo, que soy muy confiado, se las di y nunca me las devolvió. Lo peor fue cuando vi a un soldado arrestado por un mando todo el fin de semana. Lo saqué por la puerta falsa y le di permiso hasta el lunes. Fue cuando me echaron de la cantina. 

También tuviste una incursión en la política local, ¿no?

Sí, iba en las listas de UCD en las elecciones municipales de 1979. Yo tenía mucha amistad con Juan Varela, y él me puso en su lista como gancho para el voto porque yo era un padre trabajador con 8 hijos. Pero no salí de concejal. El día que vino Adolfo Suárez me hice una foto con él en el Bar Belindo. Era un tío muy simpático. Años después también me llamó Manolo Alcocer para entrar en las listas del PP. Me dio a elegir en qué puesto quería ir, y cometí el error de decirle que donde él quisiera. Me puso el 11 en la lista y me quedé fuera. 

Benítez tiene 8 hijos y 17 nietos. Le gusta seguir por la tele a su Sevilla y los partidos de tenis de Rafa Nadal y Carlos Alcaraz.

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