Nazarenos exiliados en Alcalá: no tienen dónde jugar al billar en Dos Hermanas

0
billar
Desde la izquierda: Agustín Carmona Martín (66 años), Julio González Marín (75), Pedro Plata Barrera (70) y Celestino Díaz Arévalo (68).

Su media de edad es de 70 años. El billar es su pasión, pero no hay en nuestra ciudad un local con mesas reglamentarias. Piden ayuda para fundar un club y no tener que desplazarse

Hablan de “corbatas”, “cabañitas”, “corridos”, “diamantes”, “renversés”. Pregunto qué significan esos vocablos y ellos, encantados, cogen sus tacos y me explican que son figuras o movimientos del billar a tres bandas. Para estos 17 nazarenos, el billar es su pasión, el deporte que les permite mejorar su agilidad mental y que les ocupa varias horas de ocio cada día. 

Pongámosles cara. Son Julio González, Celestino Díaz, Agustín Carmona, Pedro Plata, José Martín, Juan Antonio González, José Escalona, José Hidalgo, Manuel Núñez, Joaquín Soto, Joaquín Lillo, José Luis Cebador, Joaquín Benavides, José Manuel Biedma, Fernando Irisarri, Angel Santos y Antonio Ramos.

La media de edad es de 70 años. La mayoría de ellos jugó al billar en su juventud y lo ha retomado tras su jubilación. Agustín, que ha quedado subcampeón de Andalucía en la última final disputada en Maracena (Granada), jugaba en la calle Santa María Magdalena, “donde Valladares tenía un local de juego en el bajo de su casa”. Pedro jugaba en un salón que había en Cristo de Veracruz, mientras que Julio afirma que los mejores jugadores de billar de Dos Hermanas estaban “frente a la plaza de abastos, al lado del Bar Esperanza, donde ahora hay una ferretería. Entonces no se jugaba a tres bandas. Jugábamos al platillo, al cuarenta y uno o a la vuelta al mundo”, recuerda. 

Obligados a coger el coche

Todos los días se desplazan hasta la vecina Alcalá de Guadaíra, donde son socios del “Club Billar Alcalá”, al que están muy agradecidos por su acogida. “Aquí estamos federados, participamos en competiciones andaluzas y tenemos cada uno nuestra taquera con nuestro nombre, donde guardamos los tacos, la tiza y los guantes”, señala Pedro. “Pero nosotros somos de Dos Hermanas y no tenemos dónde jugar”, comenta Celestino. “Todos los días nos vemos obligados a coger los coches y venir a Alcalá, lo que además del tiempo perdido nos ocasiona unos gastos mensuales de unos 130 euros al mes. Algunos amigos se han borrado porque son mayores y no pueden coger el coche. Volverían a coger el taco si tuvièramos esto en Dos Hermanas”. Julio explica que, antes de la pandemia, jugaban al billar en el Hogar del Pensionista, en el Palacio de Alpériz. “Allí hay dos mesas, pero son de mala calidad, no están bien niveladas y no tienen las medidas reglamentarias de 2,40 x 1,20. Las bolas se salen, saltan, no se desplazan. Cuando llegó la pandemia, el Hogar del Pensionista se cerró y nos vinimos al Club de Alcalá. Aquí hay cuatro mesas estupendas que ya nos gustaría tener en Dos Hermanas. En el Centro Cívico de La Motilla hay dos mesas, pero tampoco son buenas”.

 ¿Y si fundamos un club?

Por las razones expuestas, estos aficionados al billar se propusieron fundar un club, paso fundamental para que quizás el Ayuntamiento pueda cederles un local. “Pueblos más pequeños como El Coronil, Bollullos, Burguillos, Lebrija o Trebujena tienen clubes que dependen del Ayuntamiento”, explica Pedro. “Si tuviéramos un club y un local podríamos fomentar el billar en los colegios y recibir por las tardes a quien quisiera aprender”. Pidieron información en el Ayuntamiento de Dos Hermanas, “pero se nos quedó grande. Hay que crear unos estatutos, nombrar un gestor responsable y hace falta un papeleo y una habilidad en lo digital para la que no estamos preparados”, explica, apesadumbrado, Agustín. “Es por eso que necesitamos gente joven a la que le guste el billar y pueda ayudarnos a fundar un club. Hacemos el llamamiento a través de El Nazareno por si alguien puede ayudarnos. Mi teléfono está disponible: es el 620787880”.

Como no he jugado nunca al billar, antes de irme observo una partida. Me dicen que que suele prolongarse hora y media y se termina cuando uno de los contrincantes alcanza las 40 carambolas. “Esto es mejor que jugar al dominó”, dice Celestino, que se aficionó al billar de joven en su pueblo natal, Castilblanco. “Cada vez que golpeas hay que hacer un determinado movimiento del cuerpo, haces el mismo ejercicio que haciendo una sentadilla”. “Siempre compiten dos jugadores”, me explican. “Uno golpea la bola blanca, otro la amarilla, y la tercera es la roja, que hay que golpear con tu bola para lograr las carambolas a tres bandas”, explica Julio. “Jugar al billar francés exige tranquilidad, buena vista, buen pulso y necesidad de aprendizaje. Hay cientos de sistemas, dependiendo de la fuerza y del punto donde golpees la bola, y de si le das un efecto u otro”.

En Alcalá les dejo. Ojalá este reportaje les ayude a lograr su objetivo.

Print Friendly, PDF & Email