“El gran reto de la igualdad de género pasa por una revolución masculina”
Octavio Salazar es Catedrático de Derecho Constitucional en la Universidad de Córdoba. Pertenece a la Red Feminista de Derecho Constitucional, a la Red de Hombres por la Igualdad y a la Asociación Clásicas y Modernas. Es autor de varias monografías y de la novela ‘Autorretrato de un macho disidente’.
Esta tarde ha estado en Dos Hermanas ofreciendo una conferencia ¿qué mensajes ha lanzado al público asistente?
He tratado de hacer evidente que el gran reto de la igualdad de género pasa justamente por lo que yo llamo una revolución masculina. Es decir, somos los hombres los que tenemos que tomar conciencia de la posición privilegiada que tenemos, renunciar a ese lugar de poder e iniciar una transformación que ha de ir desde lo personal a lo político.
¿Cómo definiría ‘El hombre que no deberíamos ser’?
El hombre que no deberíamos ser es aquél que sigue amparado en una cultura machista que lo nutre y en un orden patriarcal que no deja de otorgarle dividendos. Un hombre que niego lo femenino y que considera a las mujeres como ciudadanas “de segunda”. Un hombre que ha sido educado para ejercer poder y autoridad, para controlar a las mujeres y para ocupar todo el espacio público.
Desde su experiencia, ¿qué pasos se deben dar aún para conseguir la igualdad real entre hombres y mujeres?
Debe cambiarse una cultura machista que sigue dominando nuestros comportamientos y actitudes. Tenemos que llegar a un nuevo pacto social en que lo público y lo privado sea compartido de manera paritaria entre mujeres y hombres. Hay que transformar la manera de hacer política, el sistema económico basado a su vez en el sistema sexo/género, todo un imaginario en el que nosotros, los hombres, seguimos apareciendo como los héroes y las mujeres como los seres disponibles. Hace falta una revolución ética y política que pasa necesariamente por el feminismo.
¿Los hombres de hoy en día están más concienciados para luchar por la igualdad?
Yo diría que algunos hombres, no tantos como debería. Empieza a haber un movimiento, pero todavía tímido, de varones que se cuestionan su posición y que van siendo cómplices del feminismo. Pero al mismo tiempo asistimos a una reacción neomachista por parte de un grupo no sé si más numeroso pero sí más ruidoso.
¿Existen las nuevas masculinidades?
No lo creo. Algunos estamos en proceso de cambio, pero me parece que ese concepto se ha convertido en una etiqueta que no supone realmente una transformación.
¿Es compatible ser hombre y feminista?
Por supuesto. Decía un hombre, un jurista del siglo XIX, Adolfo Posada, que el feminismo es un humanismo integral. Si creemos en la igualdad de derechos, en la justicia social, o sea, en la democracia, no podemos sino ser feministas. Otra cosa es que la voz y el protagonismo del movimiento corresponda, como debe ser, las mujeres. Nuestro papel ha de ser estar en un segundo plano y, sobre todo, trabajar con nuestros iguales.
Forma parte de la Red Feminista de Derecho Constitucional, ¿qué labor desarrolla?
Realizo investigaciones sobre la Constitución desde la perspectiva de género. Por ejemplo, acabo de participar en un volumen en el que planteamos una serie de propuestas de reforma constitucional teniendo presente el género y el objetivo de una democracia paritaria.
¿Es la desigualdad la raíz de la violencia de género?
Por supuesto. Es una violencia, a la que yo prefiero calificar de machista, que tiene su origen en una desigual estructura de poder y en un modelo de masculinidad hegemónica que se sigue construyendo sobre la devaluación de las mujeres y el dominio de los varones. Por ello, solo se puede luchar contra las violencias machistas justamente luchando contra la cultura que la sostiene (El machismo), contra el sistema que las ampara (el patriarcado) y contra una masculinidad hegemónica que es terriblemente tóxica. Para las mujeres, sobre todo para las mujeres, pero también para nosotros mismos.