Sobre algunos apodos o motes propios de nuestra ciudad (I)

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Es numerosísimo, y muy interesante, la cantidad de apelativos que existen en Dos Hermanas

Antes de entrar en un somero estudio sobre los apodos nazarenos, quiero dejar sentados dos puntos que no debo olvidar. El primero que cuando hablé de la guerra en Palestina, en Tierra Santa, mencionaba el conflicto entre palestinos musulmanes y judíos y dije que estaban en medio los palestinos. Creo que se sobrentendía que estos últimos eran los cristianos mas, de todas formas, creo que debo remacharlo. A su vez, nombraba las devociones marianas de Carrión de los Céspedes y, me acordé, de la Virgen de Consolación, que en un sistema semicomunal representa a la Madre del Verbo, que reside en la Ermita de su nombre. Por otro lado, me ocupé de la devoción supracomunal de la Virgen del Rocío, representada en su simpecado que, relativamente, une a todos los carrioneros y que se venera en la Parroquia de San Martín de Tours. Ahora bien, no mencioné a la otra gran devoción semicomunal, la Virgen del Rosario, cuya hermandad está sita en la Parroquia. Por supuesto, como la de Consolación es una representación importante del Verbo Encarnado. Y también me ha parecido conveniente nombrar otras imágenes como María Auxiliadora, la Virgen del Carmen o la de los Dolores, las tres de la Parroquia y la de la Soledad, titular también de la Cofradía de la Virgen de Consolación y sita  en su Ermita. Sólo decir, para acabar esta introducción, que ejerce la cura de almas en la localidad el sacerdote rocianero don Antonio Romero Padilla, joven pero ya experto, y que tiene muchos vínculos con nuestra ciudad en la que ha predicado, como se, el triduo de la hermandad de Nuestra Señora del Rocío, filial de la Matriz de Almonte y, posiblemente, una de sus más queridas hijas, pues es un rosario de favores los que nosotros hemos hecho a la Matriz y un no menor rosario el que nos han hecho ellos a nosotros.

Y, antes de escribir las crónicas sobre las Cruces y el Corpus Christi, considero conveniente hacer un  primer artículo sobre los apodos de familias de nuestra ciudad, y, así descanso un poco sobre los temas piadosos, que ya está bien y a mí me cansa escribir mucho de lo mismo. No es mi estilo.

Y, voy a nombrar primero los propios de mi familia ni más ni menos porque es de lógica y, en este asunto, estoy más puesto. Mi abuelo, Antonio Alonso Madueño, era conocido como ‘El Pelao’. Ese mismo apodo ha sido heredado por su hijo, mi tío Antonio Alonso Muñoz, mi madre Francis y mis tías Pepita y Ana María, ya difuntas, y mi tía sor Valme, hija de la Caridad de San Vicente de Paúl. También nos llaman así, con gran contento de mi parte, a mí y a mis primos José Antonio Alonso Cardona y mi prima Ana Valme Alonso Cardona y a sus hijos y nietos. No puedo entrar en más detalles sólo decir que el apodo viene por el apellido Caro. Existe un mítico personaje, en un relato de nacimiento del apodo entre los Caros, familia clave para entender la historia de Dos Hermanas por los hijos que dio para el bien de la república, entendida como res pública. Y citaré sólo al médico don Agustín Caro Sánchez que era primo hermano de mi tatarabuela Ana Caro Pérez. En segundo lugar, a su hijo, también médico, don Federico Caro Lázaro. En tercer lugar, a mi bisabuela Ana Madueño Caro –que tenía una venta como su suegra- prima segunda del anterior y casada con Juan Miguel Alonso Peñalver y, sobre todo, a su hermana Sor Josefa Madueño Caro, interesantísimo personaje que está por estudiar. Sólo que era una persona muy brava y eso se comprobó en los años de la Guerra Civil. Pero bien, aunque me haya alargado, nuestro mote proviene de personaje que se pierde en las brumas de la Historia, nuestro antepasado, tío Joaquín Caro, que no he podido localizar en la historia, que fue el primero que se peló en Dos Hermanas. Mi abuelo contaba que fue a segar en los campos de Heliópolis –entonces en el término nuestro- y tenía mucho calor y con una hoz lo pelaron. Cuando llegó al pueblo todos los llamaban el ‘Pelao’ pues todavía los hombres llevaban el pelo largo. Una historia parecida contaba su primo segundo Manuel Castro Caro, conocido por el ‘Niño de la cosaria’, pues su madre, mi tía Patrocinio Caro Díaz, tenía este interesante y tan importante oficio al igual que él. Luego quedan por mencionar  otras ramas hijos de las hermanas Caro Madueño como los Pelaitos, los Menas, los Coronas, los Tayafé. Incluso un varón, el ‘Pelao’ de los Adaines, cuyo mote obedecía a que trabajaba en una finca de los Chamorros, que se denominaba así. Por otro lado, existía otra Caro Madueño, Ana, conocida por la ‘Primita’, que era hija única. Tras este largo exordio sólo resta ver que casaron dos hermanos Caro con dos hermanas Madueño y, por el contrario un hermano Madueño con una hermana Caro. Surgieron así dos ramas Caro Madueño -una solamente representada por la ‘Primita’- y una rama Madueño Caro.

Mi bisabuelo, ya citado supra, Juan Miguel Alonso Peñalver –personaje muy desconocido a pesar de no ser tan antiguo- que era mayoral de una ganadería, no sé que ostentara algún mote. Sí es cierto que su madre, mi tatarabuela María de los Dolores Peñalver Gómez –nacida no se sabe bien en Carmona, la finca Alcaudete  del mismo Carmona, o incluso Écija, era conocida como María la ‘Pata’. Viuda de Andrés Alonso Bobillo, que, al parecer era cabrero y que era natural de Manzanal de Abajo, provincia de Zamora  y obispado de Astorga, casó con un Barbero, de la familia de los ‘Extremauros’. Por mi abuela, Ana Muñoz Blanco viene el mote ‘Blanquito’, que es solamente un diminutivo de Blanco. La familia ex extensísima y se reparte por todos los barrios de Dos Hermanas aunque, creo, que viven más en el centro. En cuanto a los Muñoz, no conozco un mote anterior al de un primo hermano de mi abuela, Antonio Rubio Muñoz, que era llamado ‘Macandro’, del barco Mac Andrews.

En cuanto  a los Calderón –familia de mi abuelo Germán Calderón Miña, los antiguos Caldereros o los antiguos Calderaros, con origen en la italiana Basilicata, en la provincia de Potenza y en la pequeña floreciente ciudad de Rivello que, luego, pasaron al no menos floreciente lugar salmantino de Puerto de Béjar, provincia de Salamanca y obispado de Plasencia. Pues no he conocido que tenga mote a no ser los del ‘Calderero’.

En cuanto a mi  querida abuela María Martín Lomo su familia paterna, los Martín, eran y son conocidos por los ‘Mellizos’ por haberse dado un caso de este tipo de nacimiento en la familia de su padre, mi bisabuelo Martín Martín Seoane. En cambio, no conozco ningún mote en la  familia de su madre, Engracia Lomo Muñoz de la Hoya. 

Por otra parte, y ya, para acabar estas reflexiones sobre motes foráneos, tengo que decir que existían y, siguen perviviendo, muchos motes en este  pequeño lugar y así se oye nombrar a tía María la Pimpolla, tía María la Capitanta –por el apellido González-Capitán que yo también ostento- o tío Miguel Cartucho, casado con tía Castora a la que llegué a conocer. Por cierto que, en Puerto de Béjar se usa la terminología “tío”, como es costumbre en la buena sociedad andaluza, de la que en parte ha pasado a Dos Hermanas. Entre nosotros se dice normalmente “tito” y, lo más propio del pueblo, “chacho”.

Pues bien, dejo ya de mirarme al ombligo –aunque es de pura lógica que hable de mi familia porque es más cercana a mí en lo espiritual, lo material y lo temporal- para hablar de otros motes. Y quiero decir que desisto de explicar el apodo de los herederos de Francisco Gómez Rivas, alcalde de la villa, y de su hijo José Gómez Martín. Se trata del mote ‘Culebras’. Para mí, está meridianamente claro, pues me lo han aseverado muchas fuentes locales en un exhaustivo trabajo de campo. Pero a ellos no les gusta y no, quiero, por tanto, escribirlo. Quien quiera saber que no vaya, esta vez, a Salamanca sino que me lo pregunte a mí y ya veré yo lo que le digo. Otro apodo, esta vez claramente aceptado es ‘Chamorro’. El antepasado de esta importante familia y, a todas, luces numerosa  y representativa de la villa era José Gómez Claro, casado con Ana Zambruno Díaz, y que era un importante almacenista. Era, a su vez, hermano de Juan Manuel Gómez Claro, distinguido caballero que edificó la casa grande de la familia Mora. Pues bien, José Gómez Claro arrendó la finca de ‘El Chamorro’ y obtuvo una colosal cosecha de garbanzos en la que cimentó su fortuna. Pero, lo verdaderamente importante, es que su numerosísima descendencia ha estudiado en su mayor parte y se encuentra en muy buenos puestos mostrando su habilidad y su versatilidad. Es lo mismo que le pasa a los González de Puerto de Béjar, cuyo patriarca, el gran empresario Eusebio González Martín, de Puerto de Béjar pero con un impresionante almacén de tonelería en Dos Hermanas, montó un imperio industrial que no se mantiene como en sus tiempos pero que ha logrado colocar a sus descendientes en importantes cargos. Señal  todo de que valían.

Pues, bien acabo este  artículo en el que menciono de nuevo, como tengo por costumbre, a la Virgen del Rocío, acabado ejemplo de la Mujer del Apocalipsis, para que nos haga ver el cielo nuevo y la tierra nueva, en cualquier lugar, en cualquier nueva Jerusalén –a mi me lo parece entre varias Cantillana- donde haya triunfado en su llegada el Cordero sin mancilla. Vale.