Arquitectos nazarenos: hoy hablamos de José María Boza Mejías (I)

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José María Boza Mejías

El profesional que nos ocupa tiene el cargo de arquitecto municipal en el Ayuntamiento nazareno

Hoy vuelvo a hablar de un arquitecto con el que acabaré, creo que por ahora, la serie que estoy dedicando a este bello Arte que es la Arquitectura. Y hoy me centraré en la figura de un arquitecto municipal: José María Boza Mejías. Nació el 3 de octubre de 1958. Sus padres fueron Diego Boza Sánchez-Noriega -natural de Utrera e hijo de José Boza Portillo y María de los Ángeles Sánchez-Noriega Núñez de la misma naturaleza- y Concepción Mejías Cañardo -de Dos Hermanas, hija del también nazareno Rafael Díaz Moreno, de oficio carnicero, y de Concepción Cañardo Caro, sastra.

El padre de nuestro biografiado, fue tonelero en sus principios y llevaba muy a gala haber desempeñado este oficio que le había dejado muy buena musculatura. También había más toneleros en la familia pues su tío Manuel, hermano de su padre e igualmente tonelero, emigró a Logroño donde hacía toneles para vino. Hoy en día en el solar de Samaniego hay un rincón dedicado a la Tonelería con las herramientas del tío Manolo. Se encuentra en La Guardia en la provincia vascongada de Álava.

Después, Diego Boza marchó a Cádiz al servicio militar que hizo en Artillería y, en parte, en las oficinas. A su vez, estuvo en la cocina y se ocupó de la intendencia. Por poco le coge la gran explosión de Cádiz (1947). No le cogió de milagro pues fue poco después de licenciarse.

Cuando vino del servicio militar, entró como botones en el banco Central del Arenal -al principio de la calle del Canónigo lo que los clásicos llamaban la casa del Chino por ser de un individuo de esta nacionalidad-. Más no era ese únicamente su trabajo sino que, yendo en bicicleta, por la tarde vendía joyas a domicilio. Posteriormente, en el banco pasó al mostrador a atender al público. Luego llegó al grado de oficial de primera hasta que se jubiló. Por otra parte, el negocio de la tarde lo cambió por la venta de electrodomésticos. Hay que decir que su padre, estaba muy orgulloso de haber vendido muchos electrodomésticos a familias humildes que pagaban con las letras de cambio. Cuando cerró la tienda tenía muchísimas letras de cambio sin cobrar. Y aquí entra en la historia nuestro protagonista pues, José María, ayudaba a su padre a montar los televisores y los tocadiscos.

Por otra parte, su madre, Conchita Mejías Cañardo, históricamente parece que fue la primera peluquera de señoras que hubo en Dos Hermanas. Vivía de soltera en la calle Campoamor. Trabajó en la peluquería desde los 16 a los 33 años, dejando la labor para ocuparse de su casa, labor más ardua si cabe.

Y tengo que anotar los colegios en los que estudió nuestro arquitecto. Desde los tres a los siete años estuvo en el Colegio de la Sagrada Familia, de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl. Luego en el Colegio San Sebastián estudió cuatro cursos de primaria (primero, segundo, tercero y cuarto) en tres pues segundo y tercero los hizo en un solo año. Le impactó mucho un maestro canario que fue el que logró que cursara dos cursos en un año. Por último, fue al Instituto de Bachillerato Nuestra Señora de Valme donde estudió Bachiller Elemental, Bachiller Superior y C.O.U.

Y me gustaría ahora decir de dónde le viene la vocación de arquitecto a nuestro protagonista. Y la sintió muy pequeño. Estaba en el colegio San Sebastián y uno de los profesores pidió que construyeran la maqueta de una casa en corcho. José María cuenta que hizo una maqueta perfecta, hasta los muebles tenían cajones. Las cabezas de los alfileres eran los tiradores. Tenía un mobiliario completo con por ejemplo camas y roperos. Siguiendo por este camino hay que decir que siempre le ha gustado el tema del maquetismo.

Hay que decir, porque su personalidad se refleja en su trabajo, que José María Boza era un niño muy tímido, muy ensimismado y muy retraído en sí mismo. Es un buen reflejo de la personalidad que mantiene el artista con su Arte que le lleva a adentrarse en mundos nuevos.

Su padre, lo que nunca ha dejado de agradecerle, compró unos libros que se llaman ‘Dime cuéntame’ que decía; ¿Qué seré de mayor?’ y contestaba: ‘arquitecto’. Nuestro protagonista veía que era difícil pero se entregó. También influyó en él el niño que quiere ser arquitecto de la película ‘La gran familia’ (1962).

Mas otra vocación pugnaba con la de arquitecto en la psique de José María. Se trataba de la de piloto de aviones. En el instituto escribían redacciones para la Multinacional Coca-Cola y el dio la luz una que se llamaba ‘Volar’. Mas todo gozo cayó en un pozo pues a los 14 años le diagnosticaron miopía, con lo cual difícilmente podía desempeñar el oficio de piloto. Ante este grave contratiempo, el triunfo de su maqueta le hizo pensar que él podía hacer casas. A José María algunas veces le asombra lo que ha podido hacer, mejor o peor, pero lo que le encanta es sacar de la nada. Le llama la atención la figura de Leonardo da Vinci. Cree que cuando le enseñan a uno el ser arquitecto, le enseñan, en mayor medida a tener un espíritu de personaje renacentista, a ser personaje del Renacimiento.

En cuanto a los arquitectos que lo han marcado se encuentran: Víctor Pérez Escolano, autor de muchos proyectos en Sevilla y en muchos lugares del globo -a mí me llama la atención su intervención de él y su equipo en barriadas que destacan por sus ‘obsolescencia urbana’, barrios humildes que necesitan urgentemente un arreglo-. Participó en la elaboración y publicación del Registro Ibérico de Arquitectura del Movimiento Moderno (1996). A José María este prestigioso arquitecto le hizo ver la bondad, la belleza de la arquitectura contemporánea, en resumen, el saberlo ver.

Otro es Rafael Manzano Martos, restaurador de Medina Azahara por su enorme memoria y saber sobre la arquitectura antigua, y, sobre todo, la arquitectura árabe.

Un tercero José Ramón Sierra, rehabilitador de la Cartuja de Santa María de las Cuevas de Sevilla, por descubrirle la arquitectura edilicia -normal- y la complejidad de los términos arquitectónicos aunque no solía, en aquellos tiempos, porque no podía leer esos libros.

Un cuarto es Félix Escrig Pallarés, autor de numerosos proyectos en la Expo 92, entre ellos las pérgolas que quitaron el calor en el recinto. Le enseñó a apreciar las estructuras y cómo funcionan. Fue el director de la tesis de nuestro protagonista que no llegó a acabar.

Un quinto que también influyó es él es el profesor de proyectos Antonio Barrionuevo Ferrer, restaurador en Sevilla de la Torre de la Plata y su entorno.

A su vez, se encuentran otros grandes arquitectos como el inglés Norman Foster, autor de la renovación del edificio del Reichstag en Berlín; el brasileño Óscar Niemeyer, autor de la catedral de Brasilia; la angloiraquí Zaha Hadid, autora del Centro Contemporáneo Rosenthal en el estado de Ohio; el francés Jean Nouvel autor del Instituto del Mundo Árabe en París; y el español Rafael Moneo, autor de la Torre Puig de Barcelona. Entre los clásicos, están los renacentistas Andrea Palladio, autor de la Galería de la Academia de Venecia; el italiano Filippo Brunelleschi, autor de la cúpula de la catedral de Santa María dei Fiore de Florencia y el neoclásico alemán Karl Friedrich Schinkel, autor del palacio de Charlottenhof en Postdam en Alemania.

Mas iré ya al meollo de estos artículos, que recorren la que considero apasionante vida de José María Boza, apuntando que su primera obra es la casa del médico Enrique Pérez, que se crió jugando con el autor de estas líneas en la castiza calle de Alcoba, castiza por lo antigua que es, castiza por la manera de ser de la mayoría de los vecinos, castiza porque la habitan muchísimas familias antiguas -desde luego no todas- y castiza porque es el feudo sin duda de dos grandes cofradías: el Gran Poder y el Rocío. Amén de que por la esquina pasa en su simpar romería Nuestra Protectora.

En líneas generales se podía decir que cuando acabó la carrera no había trabajo. Él tuvo la suerte de que entró a trabajar en la Diputación Provincial de Cádiz no mucho después de acabada la carrera. La terminó en junio de 1986 y empezó a trabajar en mayo de 1987. Entró como jefe de oficina en el Servicio Municipal de Olvera. Al municipio de menos 10.000 habitantes, por no tener dinero para montar una oficina técnica le montaba una la Diputación. La de Olvera comprendía seis municipios de la Sierra Norte de Cádiz: Alcalá del Valle, Algodonales, El Gastor, Olvera, Setenil de las Bodegas y Torre Alháquime.

La primera obra que se hizo fue intervenir en la plaza de El Gastor. Se gastó en ella 13.000.000 de pesetas. Se trató el abastecimiento de aguas, el alcantarillado, el pavimento. Al haber desnivel en la plaza le hizo un muro con una estereotomía de la piedra muy parecida al proyecto de ampliación de la galería estatal del escocés James Stirling. En definitiva, se realiza un proyecto integral.

Y bien, acabo por hoy la vida y obra de este arquitecto nazareno que continuaré la semana que viene.

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