Camping Villsom: lleno de récord durante toda la Expo’92

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Camping Villsom
Perspectiva aérea de la parcela, en la que el tapiado marca su perímetro. En el centro, la piscina, rodeada del resto de instalaciones y los vehículos y caravanas dispersados a su alrededor. A la izquierda se aprecia la carretera de la Isla y, en la esquina superior derecha, la vereda que une La Motilla y Las Portadas.

1992

Más de 600 turistas abarrotan cada día estas instalaciones casi desconocidas por los nazarenos

Hace 34 años que, a las afueras de aquella Dos Hermanas cincuentera, abrió sus puertas Camping Villsom. No era más que una hectárea de naranjal con apenas equipamientos. La lúcida mente de Gabriel Villalobos supo intuir, ya en 1958, el negocio del campismo, tres décadas antes de que los españoles empezáramos a entender lo que era una tienda de campaña. Pero, en el fondo, eso daba igual: los clientes (y el dinero) venían de fuera: alemanes y franceses, sobre todo.

Camping Villsom
Primer logotipo del “Camping Villsom entre Naranjos”, como se llamó originalmente.

Si en 1958 los nazarenos ignoraron, e incluso miraban con desdén, a “aquella gente rara”, prácticamente “vagabundos que dormían en el suelo”, hoy, en 1992, poco ha cambiado en ese aspecto: Camping Villsom sigue siendo un lugar desconocido para los habitantes de Dos Hermanas. Es solo “ese recinto tapiado”, al borde de la autovía en el desvío hacia la carretera de la Isla, de donde salen y entran caravanas conducidas por guiris.
La celebración en Sevilla, entre el 20 de abril y el 12 de octubre próximos, de la Exposición Universal de 1992 (la “Expo”), va a marcar un hito en este establecimiento. Por primera vez se va a colgar el cartel de “completo”. No queda ni una sola plaza libre hasta octubre. A pesar de las sucesivas ampliaciones, obras (la piscina, en 1987) y del aumento del número de parcelas hasta 210 (lo que equivale a unas 630 personas de aforo), ha resultado insuficiente para la masiva afluencia de turistas que ya han hecho sus reservas.

Camping Villsom
Un autobús belga sale por la puerta principal del camping.

Un toro, dos patos y un alemán travestido

Corren, pues, buenos tiempos para la familia Villalobos Somé. De las primeras letras de sus apellidos viene lo de “Villsom”. No Wilson, como se lee en algunas guías: sino Villsom.
Durante estas tres largas décadas el anecdotario ha sido abundante. Una vez, entró un toro y formó un fenomenal revuelo: se llevó por delante una tienda, que por fortuna estaba vacía. En otra ocasión, se internó una pareja de patos con sus patitos. Buscaron un lugar junto al estanque, se quedaron a vivir y allí siguen sus descendientes, hasta hoy. El repertorio humano que ha pasado por aquí daría así mismo para escribir un libro, como aquel anciano alemán que cada noche se vestía de mujer y se iba a la feria. También hubo una mujer alemana (profesora) que no pagaba hospedaje a cambio de dar clases de alemán a los hijos de Gabriel. Hoy lo agradecerán. Son los dueños de este próspero negocio…

Gabriel Villalobos y la suerte del martes 13

Que alguien elija para casarse el martes 13 de mayo de 1947, abra un negocio el martes 13 de mayo de 1958 y lleve en su Renault 4L un escudo con una herradura y un “martes 13” dice mucho de esa persona: como poco, que no es nada convencional. Así lo ha demostrado toda su vida Gabriel Villalobos García: es un adelantado a su tiempo. Natural de Grazalema, fue dueño del sevillano Hotel Paraíso, en la Alameda. En esa época conoció a la que sería su esposa, Carmen Somé Vázquez, con quien tuvo tres hijos: Rafael Antonio, Carmen y Gabriel. En 1958, cuando abre el Villsom, compaginó el camping unos años con el hotel hasta que vendió este último. En 1968 la familia al completo se trasladó al camping. Hoy, a sus 85 años, Gabriel ha dejado a sus hijos la gestión del camping, el primero que se instaló en Sevilla y seguramente de los más antiguos de España. En la foto, de 1958, se aprecian las instalaciones originales del camping. Gabriel, rodeado de tres trabajadores, es el segundo por la izquierda.

Camping Villsom

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