La Tertulia cumple 25 años: «Si yo contara anécdotas, tendría para escribir un libro»

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La Tertulia
De izquierda a derecha, el personal de La Tertulia: Mirian Swenne, Jesús Ángel Díaz (jefe de cocina), Soledad Millán “Sole”, Alfonso Miguel Rubio “Fonti” y Sara Ballesteros.

Fonti y Sole han sabido darle a este céntrico bar un ambiente familiar, clave de su éxito junto a su famosa ensaladilla y otras deliciosas tapas

Su esposa, Sole, le dijo que estaba loco si pensaba abrir allí un bar, que aquello era muy pequeño. Pero Fonti, que hacía tiempo buscaba un local en el centro, lo vio claro. El 26 de febrero de 1997 abrió sus puertas “La Tertulia”. Hoy, 25 años después, es un negocio consolidado, un bar donde la gente no solo va a desayunar o tapear: también es un lugar de reunión, un lugar…. de tertulia.

La Tertulia
Alfonso Miguel Rubio «Fonti».

¿Por qué “La Tertulia”, Fonti?

Es el mismo nombre que le puse a otro local que tuve entre 1989 y 1995, ubicado en la esquina donde hoy está “La Salvaje”, en la calle Nuestra Señora del Carmen.  Antes se llamaba “Índalo”, y era un bar de copas donde yo paraba con mis amigos. Entonces trabajaba de administrativo. Al morir el dueño, me lancé y lo abrí como bar de tapeo y de copas. Lo llamé “La Tertulia” con toda la intención: un lugar donde reunirse.

¿Ya tuviste éxito en esa primera ubicación?

Sí, sobre todo porque la cocina la llevaba mi madre, con su famosa ensaladilla. Ella murió en 2021 con 98 años. En su recuerdo, en la carta actual tenemos “La ensaladilla de Pepa”. 

Dicen que el alma de “La Tertulia” es tu esposa, Sole. ¿Ya te acompañaba en aquella primera aventura en 1989?

Sí, todavía éramos novios, porque nos casamos en 1992. Al poco de abrir se vino y es cierto que ella, con su simpatía y su saber estar, ha sido la clave del éxito.  Al cerrar aquel primer bar, abrimos unos meses en Villa Pepita y después en “La Gruta”, en calle Aragón, hasta que encontré este local, que en realidad es una casa con corral y todo. Si miras fotos de Dos Hermanas de hace 120 años, esta casa ya existía. 

¿Por qué algunos bares no duran y este cumple ahora un cuarto de siglo?

Está muy bien ubicado, en plena calle Real, cerca de todo. Un día se te llena y resulta que vienen todos de un entierro. La clientela es muy variada: desde empleados del Ayuntamiento a personal de oficina o gente de paso. Y la cocina es importante: nuestras tapas estrella son el tartar de atún, los medallones de calabacín y la ensaladilla. También hacemos un guiso diario. Y es un lugar muy familiar y cordial: eso es fundamental. Si llega a una casa el de Amazon y no puede entregar el paquete, le dicen: “Déjalo en lo del Fonti”.

¿Qué cualidades hay que tener para estar detrás de una barra? 

Creo que la principal virtud es escuchar y callar. Hay que ser prudente, educado y dar muchos capotazos. En estos sitios la gente da mucho de sí. Con una copa por delante te cuentan muchas confidencias. Cuando alguien me viene a contar un rumor, por ejemplo de una separación, yo ya lo sabía tres meses antes. ¡Si me hubiera puesto a escribir anécdotas desde que abrí, tendría para varios libros, David!

Hablas de capotazos. ¿Conversas de política con tus clientes?

Es importante ser apolítico, para no limitar la clientela. Aquí entra gente de todos los colores, y creo que todos piensan que yo les voto a ellos. Si algún día le cambio el nombre al bar, le pondría “El Congreso”, porque entran de todos los partidos políticos. 

¿Cuántos desayunos habeis puesto hoy? 

Entre 100 y 125. A primera hora, antes de las 8, viene mucha gente a tomarse el primer cafelito antes de entrar al trabajo. Desde el Covid vienen muchos para llevárselo. Ya conocemos a los clientes, así que no decimos “ponme un café con tostá”, sino “ponme lo de Pepi”, porque ya sabemos de memoria hasta si lo toma con azúcar o con sacarina. 

¿Recuerdas algún cliente ilustre en estos 25 años?

Aquí ha entrado mucha gente famosa: Concha Velasco, Juan Echanove, Juanma Moreno… El rey no ha estado, pero cuando vino el príncipe Felipe, pasó por la puerta y la policía secreta miró hasta en las alcantarillas. 

¿Algunas fechas o eventos en los que no dieras abasto?

La feria de muestras que se hizo en el centro, el desfile del Copero, los buenos años de carnavales, la velá de Santa Ana, el fin de semana del Valme…

Una curiosidad. Veo ahí arriba dos radios antiguas, un peso, cajas viejas de coñac, una corneta…

En ese rincón he ido colocando objetos antiguos que me han regalado. La corneta era del que me puso el suelo, que era legionario y me la dio antes de que su madre la tirara.

¿Vamos a por otros 25 años?

¡Eso espero! Mi hija Blanca irá tomando el relevo poco a poco.