«Los Fugis»: cualquier excusa es buena… para no estar en casa

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Los Fugis
Cotillón de fin de año en el Cine Ideal. De pie: “La Cana”, Jaime Rodríguez, Manuel Lozano y Manuel González, director del Banco Central. Abajo: Miguel Rosa, José Alanis “El Cali”, Miguel Roman y Manolo Félix.

La pandilla formaba un bloque inseparable. Juntos viajaban, iban al Rocío, tenían su caseta y crearon unos lazos que perviven en hijos y nietos

Hubo un tiempo en Dos Hermanas en que mediaba una diferencia entre tener buenos amigos y pertenecer a “Los Fugis”. Me los nombraron en varias ocasiones hasta que despertaron mi curiosidad y hoy, por fin, hallé su rastro. Fueron tantas sus peripecias y tan divertidas algunas de sus anécdotas que me van a permitir que les dedique el artículo de esta semana. Déjenme adelantarles una anécdota. Estando un viernes los cuatro “fugis” en el casino, y con la excusa de que jugaba el Betis con el Rayo Vallecano, a uno de ellos se le ocurrió decir: “¿Vamos a tomar café a Madrid?”. Y no hubo que discutir. Cogieron un avión, y estuvieron allí hasta el domingo. Solo al aterrizar, llamaron a sus esposas para avisarlas: “¡Cariño, que estoy en Madrid! ¿Qué te parece?” Esto, que se repitió en más de una ocasión, hay que contextualizarlo en la sociedad nazarena de los años 60. Hoy supongo que… sería inimaginable.

El núcleo duro

“Los Fugis” fue un grupo inseparable de cuatro amigos que surgió en Dos Hermanas en 1960. Todo lo hacían juntos. Su amistad no les permitía dejar de verse un solo día. Sus miembros fundadores fueron Miguel Rosa (bético y ciclista; profesión: contratista de obras), Miguel Román (sevillista y ex futbolista; dueño de un polvero), Gabriel Otero “La Cana” (repartidor de cerveza) y Manuel Jiménez o Manolo “Félix” (tenía un kiosco bar frente a la estación), también conocido como “El Pistola” por su afición a comer “pistolines”. Cada cual tenía su rol a la hora de organizar actividades. Román era el ideólogo, Rosa era la cordura, “La Cana” ponía la gracia y Félix la idiosincrasia. Era el que organizaba. Su bar, en los Jardines de la Pimienta, era el cuartel general de la reunión, aunque también paraban mucho en “El Pili” y en el casino.

Los Fugis
Los primitivos amigos que dieron origen a “Los Fugis” son estos. Sentado a un nivel superior, Miguel Rosa. En la fila de abajo, desde la izquierda, aparecen Manolo Félix, Gabriel Otero “La Cana” y Miguel Román.

Aunque todos ellos han fallecido ya, aún viven sus cuatro señoras: Pepi Castejón, Pepi Millán, Antonia de Dios y Ani Rosado, esposas respectivas de los “fugis” en el mismo orden en que han sido presentados.

Aunque nunca hubo normas escritas, se conocían tan bien y existía tal sintonía entre ellos que la fuerza de la costumbre fue creando sus propias reglas. El lema bien podría ser este: cualquier excusa es buena para no estar en casa. De hecho, sus tres ejes de movimiento estaban alejados de los hogares: los bares ya mencionados, la feria y El Rocío.

A pesar de que uno de ellos (Miguel Rosa) vivía en Heliópolis, la rutina era la siguiente: se veían todos los días, aunque era el viernes el día sagrado y exclusivo para los cuatro miembros originales; los sábados, se unían las esposas; y los domingos, las reuniones (normalmente calderetas en el campo o comidas en El Rocío) se ampliaban a la familia entera, hijos incluidos.

El origen de tan curioso nombre se inspiró en la serie “El fugitivo”, entonces de moda en la televisión. Cuando Miguel Román se cansaba de una reunión, simplemente se iba. “Ya ha hecho este el Fugi”, dijo un día Manolo Félix. La expresión hizo gracia y se quedó por siempre.

Los Fugis
En la foto vemos, con más edad, a Rosa a la derecha y a su lado, a Román. Este último, a veces, se marchaba de las reuniones sin decir nada, de ahi la ocurrencia de Manolo Félix de decir: “Ya ha hecho este el Fugi”, aludiendo a la serie de televisión “El Fugitivo”. Ahí surgó el nombre del grupo: “Los Fugis”.

Por supuesto, “Los Fugis” no excluían a nadie de sus saraos. Era un grupo abierto al que se fueron agregando más amigos hasta llegar a la quincena: Julián Matador, Pepito Rueda, Manuel Romero “El Bolo”, Manuel Madueño “El Colorao”, Antonio Martín “El Hueso”, Juan Rosado “El Pikolín”, Antonio Román y José Alanís “El Cali”, en cuya parcela celebraban corridas los fines de semana.

Un gran nexo de unión fue la feria de Sevilla. Cuando se ubicaba en El Prado, llegaron a tener dos casetas. En 1973, al estrenarse el nuevo recinto en Los Remedios, la caseta de Chicuelo 62 se rotuló por primera vez con el nombre de “Los Fugis”. ¡Por allí pasaba toda Dos Hermanas! Y, como no podía ser de otra forma, al inaugurarse en 1987 nuestra feria de mayo, también “Los Fugis” tuvieron la suya.

Un extenso anecdotario

De la cartera ninguno andaba mal; cada uno tenía su negocio. Pero también eran generosos y de gran corazón. Un día, sentados en el casino, se enteraron de que en La Jarana iban a echar a una señora de su casa por deber un año de renta. Se presentaron allí y se la encontraron llorando. Allí mismo le pagaron el año que debía y otro más. ¡No se podía creer su suerte la señora!

Los Fugis
En el casino. De pie: Ramon Polo, Manolo Cotán, Julian Matador, Miguel Roman, un amigo y Miguel Rosa. Agachados: Pepito Rueda, Manolo Félix, Manolito “El Zapatero”, ”El Posturita” y Gabriel “La Cana” Tras la barra, Francisco Cotán.

De sus andanzas por Madrid, normalmente con la excusa de ir a ver al Betis, hay inolvidables anécdotas. Como aquella ocasión en que, camino del aeropuerto, se pasaron a recoger (sin avisar) a otro “fugi”, Manolito el Zapatero, que trabajaba de faenero en un almacén. Con el mono azul y las botas de agua lo subieron al avión. Por la noche fueron a una sala de fiestas de Madrid, y Manolito seguía con el mono, ya que no llevaba equipaje. Como el portero no lo dejaba entrar de aquella guisa, Román le dijo con mucho arte: “Este hombre tiene que entrar ¡porque es el artista! ¡Viene a cantar!”. Y entró. ¡Incluso cantó en el escenario!

Andanzas rocieras

El Rocío fue escenario de cientos de días (y de noches) memorables. Un año, iban hacia la ermita en un Land Rover que Miguel Román se acababa de comprar. Había niebla, se perdieron por la marisma y se quedaron a dormir en un pinar. Por la mañana siguieron el camino y a lo lejos vieron un poblado. Cuando se acercaron observaron que no era El Rocío.¡Habían llegado a Sanlúcar de Barrameda!

Los Fugis
El cante nunca faltaba en sus reuniones. Arriba, “Los Fugis” con familiares y allegados en la casa de El Rocío. Solían alquilarla desde la Candelaria hasta Pentecostés, aprovechando los fines de semana entre ambas festividades.
Los Fugis
Una parada en el camino a El Rocío, el 14 de mayo de 1986.

Los primeros años, los “Fugis” iban al Rocío sin sus esposas, en un camión, acompañando a la Hermandad de Dos Hermanas. Un año, Pepi Castejón le dijo a las demás: “¿Por qué no nos presentamos allí?” Y allá se fueron en dos taxis. Ellos dijeron que les parecía “estupendo” y desde ese año fueron siempre con las esposas. Alquilaban las casas desde la Candelaria hasta la Romería, y así la aprovechaban los fines de semana. Una mañana, estando todavía todos acostados, Román (que era siempre el primero en levantarse), al que los demás llamaban “el agonía del hielo”, vio que no había. Para solucionarlo, Manolo Félix se fue a buscar hielo (no existían los cubitos) y se encontró un camión a rebosar de barras de hielo. “¿Las vende?”, preguntó. “Sí, ¿cuántas quiere?” “¡50 barras! ¡El camión entero!” Cuando se levantaron los demás, les dijo: “¡Asomadse! ¿Creeis que tendremos bastante hielo?”

“Los Fugis” viajaron juntos (con mujeres y niños) a Canarias y a Italia en el Mundial del 90 , acompañando durante 21 días a la selección española por las ciudades donde jugaba. Cuando los niños crecieron y dejaron de estar con ellos, montaron un “club” en la calle Lamarque de Novoa, en un local con una barra, una cocina y un comedor. Aunque fallecieron los cuatro “fugis”, sus hijos y nietos siguen viéndose y sienten que una poderosa hermandad los mantiene unidos.

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