Masantines: “En las cañerías del pueblo he retorcido ratas con mis manos”

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Masantines

No hay quien conozca mejor el subsuelo de Dos Hermanas. A sus 96 años, José Álvarez nos cuenta anécdotas de su oficio de varillero

S las fuerzas no le fallaran, se levantaría de un salto, como tantos años hizo, para atender a esa familia cuya casa está inundada por una tubería atascada. Aquella era otra Dos Hermanas, con una deficiente red de alcantarillado. Tampoco existían las bombas a presión que hoy solventan el problema en un minuto. La solución era llamar a un varillero. Y José Álvarez Amuedo, “Masantines”, era el mejor. Dicen que tenía un don especial: llegaba a una vivienda y, de un solo vistazo, señalaba en qué punto exacto bajo el suelo estaba el atasco. Y acertaba.

El pasado 3 de agosto cumplió 96 años. Nos recibe, cordial, en su casa del barrio de Ibarburu. Está hecho un chaval. De todo se acuerda, de todo habla.

José, ¿por qué le llaman “Masantines”?
Eso viene de mi padre. Se llamaba Manuel Álvarez Gandul, pero le pusieron ese apodo porque se parecía a un famoso torero de la época.

¿En qué consistía el oficio de varillero?
El varillero desatascaba las tuberías por medio de unas varillas flexibles de mimbre de un metro y medio que se ensamblaban hasta convertirse en una sola. Metíamos la punta por la tubería y empujábamos hasta dar con el atasco y disolverlo. Hasta 15 varillas he llegado a ensamblar.

¿Le avisaban a cualquier hora?
A cualquier hora. Hasta de madrugada. De un salto me levantaba y me iba donde hiciera falta. Me montaba en mi bici y allá que me iba con las varillas en el manillar. Cuando más trabajo había era en las velás y en las ferias. Se han llegado a juntar tres y cuatro taxis en la puerta de mi casa, haciendo cola. Cuando llegaba de desatascar una caseta, me llevaban a otra.

En feria, los taxis hacían cola en la puerta de mi casa. Tras desatascar una caseta, volvía y me llevaban a desatascar otra

¿Cuánto cobraba por un desatasco?
Depende. Tres pesetas, cinco pesetas… a veces la voluntad. En la última época sí que gané dinero. En los últimos años me llegaban a pagar 15.000 pesetas en los chalets de La Motilla.

¿Qué es lo más curioso que le ha pasado en las alcantarillas de Dos Hermanas?
Una vez me metí por una boca de saneamiento y empezaron a buscarme porque pasaban las horas y no salía. Aparecí en la otra punta del pueblo. Había recorrido media Dos Hermanas por debajo, caminando por las cañerías.

¿Ha visto muchas ratas por ese subsuelo?
¡Uf! ¡Ni te imaginas! Se me subían al hombro y yo las cogía y las retorcía con mis propias manos.

¿Algún mal recuerdo?
Una vez se dijo que se había caído un hombre en el Pozo del Higuerón. Fui con mi compañero Monda, y nos descolgamos allí con unos ganchos. Sacamos muchas cosas del pozo, pero el supuesto cadáver nunca apareció.

Una vez me caí desde el kiosco de El Arenal. “¡Se ha matao el Masan!”, gritaban, pero solo me rompí los dientes y tres costillas

Ese era su trabajo para ir tirando. Pero usted fue empleado municipal, ¿no?
Sí. Me contrató el alcalde, “El Chato Platero”, y he sido empleado hasta que me jubilé. He trabajado de bombero y sobre todo de albañil, hasta en el cementerio.

¿Qué le pasó en El Arenal montando una velá, en 1975?
Me caí desde lo alto del kiosco de la música, colocando unos tubos. “¡Se ha matao el Masan!”, escuchaba cuando estaba en el suelo. Me partí tres costillas y perdí todos los dientes. Desde entonces llevo dentadura postiza.

Es la primera vez que veo a una persona que va camino del siglo ¡con tatuajes! ¿Qué lleva escrito en el antebrazo?
Me los hice en El Puerto, haciendo la mili: M.A.R.A. Son las iniciales de mis padres, Manuel Álvarez y Rosario Amuedo. Él era nazareno y ella de Los Palacios.

Además de librar de atascos a sus paisanos, también tuvo usted tiempo de formar una familia numerosa…
Sí, tuvimos once hijos y tres abortos. En total, 14 veces estuvo embarazada mi mujer, que se llamaba Ana Alanís Jiménez. La conocí en los almacenes de aceitunas.

¿Pero también trabajó usted en los almacenes?
Sí, eso fue antes de ser varillero. Era faenero en la Huerta Casanova o “Serra Pickman”, ahí en la Cuesta de los Machaos. Me dedicaba a requerir los bocoyes, y allí trabajaba Ana y nos hicimos novios. Además trabajé en la Isla, sembrando arroz.

Ha sido un gusto conocerle. Agradecemos a Masantines y a su hija Estrella tanta amabilidad.

Mazzantini: el torero del que salió el apodo

MasantinesEl apodo “Masantines” lo llevan varias familias de Dos Hermanas. Su origen está en el torero de origen italiano (aunque nacido en el País Vasco) Luis Mazzantini, conocido en su época (1856-1926) como “el señorito loco”, ya que se metió en el toreo a una edad tardía y con el grado de bachiller, algo inusual en los toreros. Coetáneo de Lagartijo, Guerrita y Frascuelo, se le recuerda por ser un gran estoqueador y por su fuerte personalidad. Vestía muy elegante y frecuentaba la ópera y las tertulias literarias. Mató casi 3.000 toros y llegó a ganar 6.000 pesetas por corrida. En 1905 se cortó la coleta y se dedicó a la política. Fue concejal en Madrid.

 

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