Algunos asuntos que competen a Dos Hermanas, la Iglesia y el Mundo

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Es un libro bíblico enormemente complicado El Cantar de los Cantares

Me preguntan los nazarenos, sean fieles cristianos o no, sobre asuntos que miran muy directamente a nuestro pueblo. Entre ellos, se encuentra el del patronato de San Sebastián. 

Una ermita existe y otra ha desaparecido en nuestro pueblo con el nombre del Bendito San Sebastián, glorioso mártir de la persecución de Diocleciano y Maximiano, valiente soldado, que murió por la Fe de Cristo y en Cristo. Una de las dos ermitas es la de la villa y la otra se encontraba en un lugarejo, cuyo nombre no recuerdo y me niego a buscarlo, y que documentó ese gran historiador que es Jesús Barbero Rodríguez, que tanto ha hecho por dignificar la historia en nuestro pueblo. 

Pero, voy al grano, San Sebastián –al que se suele aparejar con San Fabián papa, martirizado en la persecución de Decio- murió, aunque no asaeteado, por su fe, que es la nuestra. Ya sabemos que se cuenta que las tres grandes persecuciones fueron la del megalómano Nerón, la de Decio, que fue el primer emperador que murió frente a los bárbaros, y la del buen gobernante pero más impío y perseguidor de los cristianos Diocleciano. Pues bien, según nuestros mayores, San Sebastián, gran protector contra la peste junto a San Roque, es el patrón de nuestra gran ciudad. Yo sólo recuerdo que lo decían mi abuelo Antonio Alonso Muñoz, mi tío Manuel Castro Caro y Curro Salguero López. Los tres eran grandes siervos de Dios y creo que llevaban razón. Yo no he encontrado ningún documento que refrende su patronato y, creo que, los demás historiadores del pueblo, que son muchos y muy buenos, tampoco lo han hallado. Mas, la tradición de nuestros mayores y la pura lógica, hacen que creamos a pies juntillas en el patronato del Santo Mártir.        

Ahora bien, voy a otro tema. Se han celebrado, con brillantez, los cultos al Dulce Nombre de Jesús en la Parroquia de Nuestra Señora de la Oliva, que fue llamada en sus principios de Santa Cruz y luego titulada con el nombre de la Celestial Señora, que es como óleo o aceite para nuestros pecados, y con el nombre del Glorioso San José, como decía Teresa de Jesús, aunque hoy se haya quedado sólo con el nombre de Santa María. 

De  todas formas, lo que más me interesa de esta enrevesada historia es que ante el Nombre –el Dulce Nombre- de Jesús toda la Tierra se postra, en el Cielo, en la Tierra y el Abismo y todo el mundo proclama Jesucristo es el Señor para gloria –y no sea para menos- de Dios Padre. 

Yo espero, de corazón, que la Agrupación Parroquial del Dulce Nombre obtenga y, muy pronto, el título de Cofradía. Desde luego, ya en mi corazón lo es. Sólo resta que don Marcelino Manzano Vilches y don Miguel Adolfo Vázquez Lomo, mi querido Miguelito, ambos venerables sacerdotes le den el placet a esta agrupación como a las demás agrupaciones pues ya se están dejando ir. Y eso no es bueno y ni siquiera correcto. 

Pero hay otros temas de rabiosa actualidad. Uno, que afecta seguro a muchos nazarenos, es el de las mujeres sacerdotisas del que prometí, y suelo cumplir mi palabra, hablar. 

Vamos a ver. Cristo en su vida eligió sólo hombres. Por algo sería. Lo más plausible es que escogiera sólo varones porque eran como Él –un Hombre- y más afines a Él. En ello me fijo para, no sólo, hacer notar sino ver claro que sólo se deben ordenar varones. Esto no quita para que a las mujeres, monjas, religiosas, consagradas seglares y simples seglares ocupen puestos en el gobierno de la Iglesia de Cristo. Deben en la curia vaticana y en las curias diocesanas ser un número igual a los hombres. Me quedo corto pues, sinceramente, creo que deben ocupar más puestos u oficios que los hombres. Es de justicia divina pues van y abarrotan las iglesias más que los hombres. Jesús fue un gran defensor de las mujeres, un feminista avant la lettre y, como ya he dicho en otro artículo, quiso y sirvió a las mujeres como sólo un hombre como Él y un Dios sabía hacer. 

Ahora bien, habida cuenta de que prefiero y recomiendo que no se ordenen mujeres, algo hay que hacer con los hermanos separados que admiten presbíteras y obispas –como la Iglesia Anglicana, llamada  Episcopaliana en Estados Unidos- como las luteranas –evangélicos de la vieja escuela- u otras iglesias. Como no se las va a echar a la calle como quiso hacer el impío Juan de Dios Álvarez Méndez, Mendizábal, cuando quiso suprimir los conventos femeninos –como hizo en mala hora con los masculinos- de tal forma, que tuvo que protegerlas la reina regente María Cristina de Borbón, regente como digo de su hija la piadosísima pero también libertina Isabel II.  Pero, en fin, tengo la malísima costumbre de irme por las ramas. Y lo que quería decir es que a las mujeres, ordenadas de mayores de estas iglesias, separadas de la misma eterna y enteramente preparada y verdadera que es la Católica se les debe permitir, por cortesía y caridad, seguir ejerciendo su ministerio. Ahora bien, no se deben ordenar nuevas. No creo que sea preciso.

Otro tema que me preguntan es de los Ángeles. Ciertamente, el estudio de estos espíritus puros, la Angeleología es un asunto muy complicado y difícil. Intentaré contestar con tino procurando, válgame Dios, no equivocarme. Reitero, es un  tema difícil. Los Ángeles, según la venerable tradición de la Iglesia, tienen dos sexos, los hay femeninos y masculinos. Los segundos está claro que piensan como hombres, pero los primeros también lo hacen. Y se me ocurre una pregunta ante la realidad de que las ángelas –no sólo los ángeles- piensas como hombres ¿por qué es así? Es muy fácil piensan como hombres porque Jesús, Dios en suma, es Hombre.

Otro tema por el que me preguntan los nazarenos es por el infierno, sede de Lucifer y sus legiones y de los réprobos. 

Es cierto que la Iglesia no cree que las cohortes del infierno y los réprobos salgan de los infiernos y que Dios los perdone. Yo suelo acatar las órdenes, dogmas  y disciplinas de la Iglesia. Pero, en conciencia, consultándolo con Dios, conmigo mismo y con mi conciencia, tengo la para mí firme y caritativa creencia de que llegará la apocatástasis, o sea y es decir, Lucifer, los diablos de ambos sexos y los hombres y mujeres condenados obtendrán el perdón Divino. No menos se puede esperar de la Virgen Nuestra Madre y Señora, de Dios Padre, de Dios Hijo, y de ese Amor Eterno que se tienen las Dos Divinas Personas, el Padre y su Hijo predilecto, el Hijo, y que es el Espíritu Santo.

También, me preguntan muchos nazarenos sobre el fin de los tiempos. Ese fin, en el que, como he dicho, se perdonan a los réprobos. Para mí, como historiador y aprendiz de teólogo, no puede tardar mucho. Falta poco para la Parusía. Cristo no debe dejarnos esperar tanto. Lo malo es que muchas veces tenemos las lámparas apagadas y no somos como las vírgenes sensatas sino como las necias. 

Tengo que decir, en primer lugar, que mis libros preferidos de la Biblia son por este orden: el Evangelio de San Juan, el del Verbo, el Apocalipsis y El Cantar de los Cantares. 

El evangelio joánico es de fácil interpretación y, hasta el cristiano medio perito o no, lo puede comprender. Más difícil es el Apocalipsis. Yo lo he leído en mi infancia y después en muchas etapas de la vida. Sé interpretarlo a pesar de su evidente y aparente complejidad. Pero, no quiero hacer uso de mis conocimientos porque pecaría de altivo y orgulloso, faramalla como dicen en mi querido Almonte, villa de la que es patrona la Reina del Universo y que es también el ejemplo más acabado de la Mujer del Apocalipsis pero que, sobre todo, es la Virgen del Rocío de ese rocío del Espíritu Santo y de su Esposa que rebosa con largueza sobre sus hijos, sean de la religión o la raza que sean. 

Para una Madre, para una Guebirah mesiánica, no importa la condición de sus hijos. Ella los quiere por igual.                                                                                               

De todas formas, queda el comentario de otro libro asaz difícil, El Cantar de los Cantares –atribuido al sabio Salomón-, que es, aún, si es posible más difícil de interpretar que el Apocalipsis. 

Y tiene varias vertientes. La más cercana es que refleja el amor de un hombre a una mujer. Una segunda, es que representa el amor de Cristo a su Iglesia, su Esposa Mística, pero que se salva sólo por los meritos de Cristo y no de sus pecadores hijos, entre los que, dicho sea de paso, han existido muchísimos siervos de Dios. Una tercera interpretación, presupone el amor del alma con Dios, como bien predicó y escribió sobre el tema el ínclito Juan de la Cruz. Mas, queda una cuarta interpretación que es muy compleja, que es, sobre toda, propia de mi y como forma parte de mi interioridad no quiero decirla. Doctores tiene la Iglesia, Allá van leyes, do quieren reyes, Quien quiera saber que vaya a Salamanca, Quod natura non data Salmántica non prestat y Ubi patronus imperat nauta minus. Y perdón por esta cohorte de latinajos. 

Y acabo, mi nombre significa para los germanos el guerrero, el que tira la lanza- y aunque siempre he luchado siempre he buscado la paz- y, para los romanos, a la vez, hermano y  bárbaro. Pues bien, sólo me queda pedir, ya hablaré en su momento, que Dos Hermanas viva un gran Carnaval en que nuestras agrupaciones triunfen en Cádiz. Y he contado esto porque en este pesado artículo quería poner algo más laico aunque ya se sabe que, las Carnestolendas, el Carnaval va supeditado a la Cuaresma.

En fin, sólo me queda, esperar que interceda ante Jesús y María Su Madre, mi Santo San Germán de Auxerre -que fue junto con San Martín de Tours, uno de los santos más venerados en la Edad Media- y, por supuesto, nuestra paisana la Madre Trinidad, Trini la de la Favorita, que supo, como nadie en la Historia, penetrar en el Ser Trinitario, en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo. 

Sean Dios, María Santísima, y ellos, todos los santos alabados y loados. Vale.

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