El sistema de hermandades y cofradías de la ciudad

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Destacan en Dos Hermanas las cofradías de Santa María de Valme y Santa Ana

Puede que lo más apropiado para estas fechas sea escribir sobre Navidad. Pero, es tanta la información recogida en este nuestro periódico y en otros medios de comunicación sobre esta fiesta, que dejo para cuando pasen los Reyes Magos una crónica sobre la Navidad, muy centrada acaso en el pregón de los susodichos Reyes y en la fastuosa y admirable Cabalgata que convierte el día 5 de enero en un día inolvidable y uno de los más importantes dentro  del calendario de las fiestas nazarenas.

Es por ello que, como no puedo y quizá es poco conveniente escribir siempre biografías – sin duda el género más demandado por los lectores- hoy nos adentraremos en el campo de la antropología y, muy especialmente en las cofradías seguramente las instituciones que vertebran más la sociedad nazarena y que, dicho sea de paso, tienen un papel importante en nuestra Navidad no sólo porque montan innumerables nacimientos sino porque organizan numerosas visitas de los emisarios de Sus Majestades de Oriente.  Se puede citar el cartero real de Santa Ana, el Rocío, el de la Misericordia, el de la Borriquita, el del Cautivo, el de Pasión y el de la Amargura, el heraldo real de Presentación, del Rocío y la asociación de comerciantes Acoquinto –que sale por la populosa barriada nazarena de Montequinto- y el de Tres Caídas y el Gran Visir de Vera-Cruz. También el cartero real visitara la calle Divina Pastora y el centro de salud de los Montecillos. Pero de estas visitas hablaré cuando tenga que escribir la crónica navideña.

Mas hoy voy a  tratar sobre el sistema de cofradías de Dos Hermanas desde una perspectiva antropológica. Si aplicamos la clasificación del profesor Isidoro Navarro, Dos Hermanas es una ciudad de hermandades grupales se trataría de cofradías grupales horizontales y abiertas con individuos, es decir son horizontales ya que todo el que quiera puede apuntarse a ella, con el único requisito de la aceptación de la solicitud de ingreso. Así se  trata de todas las cofradías nazarenas excepto las dos del Rocío, la de Dos Hermanas y Montequinto.

Si analizamos una a una las cofradías veremos que agrupan a un número más o menos mayor de cofrades. Es el caso de las agrupaciones del Prendimiento, Misericordia, Tres Caídas, Humillación de Montequinto, Sacramental del Dulce Nombre, la asociación de Nuestra Señora de los Ángeles del mismo Montequinto y las hermandades de Valme, Santa Ana, Borriquita, Cautivo,  Presentación, Pasión, Oración el Huerto, Santa Cena, Vera-Cruz, Gran Poder, Amargura y Santo Entierro. Aunque no son propiamente hermandades, hay que citar también la Adoración Nocturna, la Asociación de la Medalla Milagrosa, la Cofradía del  Rosario de la Orden de Santo Domingo y el Apostolado de la Oración, las cuatro asociaciones residentes en Santa María Magdalena.

En todo caso, hay que referirse a las dos hermandades que han  estado llamadas a ser comunales, la de la patrona Santa Ana y la de la protectora y patrona del Excelentísimo Ayuntamiento Nuestra Señora de Valme. Son, evidentemente, sus imágenes los símbolos principales de nuestra colectividad en la que ésta se refleja. Las hermandades comunales agrupan a todos los miembros de una comunidad local independiente, como bien dice  Isidoro Moreno, de que pertenezcan sus individuos a las diferentes hermandades grupales, semicomunales o supracomunales. 

En muchísimas localidades, predomina su hermandad comunal. En Dos Hermanas, Santa Ana es una hermandad pujante –y cada vez lo es más- y Valme tiene cada vez más hermanos pero es tan inmensa la ciudad que no se puede hablar con total propiedad que Santa Ana y Valme sean dos hermandades comunales. Independientemente, de esto si tuviéramos que decirlo no cabe duda que la hermandad comunal es la de Valme. En fin, dándome cuenta de la dificultad de esta clasificación hay que anotar que Valme es una hermandad grupal pero con visos de comunal, dada la devoción que  tienen los nazarenos a la Virgen fernandina. El número de hermanos sería propio de una hermandad grupal pero el número de devotos, fervorosos y amantes de nuestra protectora son muchísimos más lo que le da el matiz comunal.

En cuanto a Santa Ana pasa, en menor medida, lo mismo. El número de hermanos es mucho menor que el de devotos. Desde ese punto, aunque no se puede dejar de decir que es una hermandad grupal, tiene visos de comunal. 

A la vista ésta lo que mueve nuestra patrona y lo que mueve nuestra protectora. Desde luego, si esplendorosa es la procesión de la Santa lo mismo es la romería de la Virgen. 

Ahora bien, pasaré a hablar  un poco sobre un tema muy poco tratado. En las brumas del  tiempo, he oído hablar de las cofradías semicomunales que dividían la población. Manuel Castro Caro, persona muy mayor y que había vivido mucho en las cofradías hablaba que existía pique en tiempos pretéritos entre la Pastora –hoy fusionada con la Sacramental y Ánimas- y el Rosario – hoy fusionada con la Oración en el Huerto- cofradías que eran de entierro. Caso de que lo fueran, serían cofradías semicomunales verticales abiertas. Yo no sé qué pensar y así lo proclamo pues son muy pocos los datos que existen sobre el asunto. De todas formas, hay que decir que fueron dos cofradías ricas. Como es sabido, antes del 1936 salía en el Corpus Christi, la custodia, San Fernando y ambas  imágenes marianas, amén de otras efigies que pedía la  devoción y piedad  de los fieles.  

Como es también sabido la Virgen del Rosario,  talla bellísima y tan buena como las mejores de gloria de Sevilla, pereció quemada junto con su retablo y su paso. De todas formas, se ha recuperado la devoción en Dos Hermanas con la nueva imagen, posiblemente del XIX, y el Niño, bellísima obra de José María Leal Bernaldez, que hoy salen en octubre. Se conserva una saya bordada en sedas y un manto de gran belleza que pertenecieron a la imagen primitiva. En cuanto a la Pastora conserva  un buen ajuar con numerosos mantos y sayas. 

Pero, ya digo, no me atrevo a asegurar que las dos hermandades fueran semicomunales y dividieran a la población aunque existen indicios y es clara su época de esplendor, que hoy reverdece.

Por último, hay que hablar de las dos cofradías supracomunales que son aquellas cuyo nivel de identificación simbólica rebosa los límites de una comunidad concreta –Dos Hermanas en este caso- mostrando la identificación colectiva de los vecinos de varias comunidades y pueblos. Es el caso de la devoción a la patrona de Almonte, la Virgen del Rocío, cuya hermandad, la Matriz, es la comunal de su villa. Incluso es también comunal la del Rocío de Villamanrique. Pero, en fin, en conjunto las hermandades son supracomunales contando las dos de Dos Hermanas, la llamada con el nombre de la ciudad y la llamada con el nombre de la barriada de Montequinto. Ésta última, después de años, ha sido admitida como filial de la Hermandad Matriz lo que debe ser motivo de gozo para los rocieros de Dos Hermanas. Pertenezco a una vieja familia rociana, de las más antiguas del pueblo, y por eso me alegro con la admisión por la Matriz de Montequinto. Son ya dos filiales las cofradías nazarenas. Se trata según la clasificación de Isidoro Moreno de dos cofradías verticales abiertas. 

Decir también que existió una Cofradía de Nuestra Señora de Consolación. Sería conveniente volver a fundarla dada la enorme devoción de Dos Hermanas a la del Barquito Velero, clásica devoción de los pelantrines y manchoneros de Dos Hermanas, amén de otros  muchos nazarenos. Se trataría de una nueva hermandad supracomunal que rendiría culto a la patrona de Utrera.

Y quiero acabar. El sistema ya se ha visto es grupal con dos hermandades semicomunales –las del Rocío- y con visos  comunales  en las cofradías de Valme y Santa Ana. También hay que decir que aunque el clasismo estuvo presente en las cofradías de Dos Hermanas, ahora mismo no se va por ese camino y todas las hermandades tienen individuos de todas las clases sociales, formando a su vez parte de la mesa. 

Para resumir, sólo diré que las cofradías a pesar de sus problemas, a veces muy graves florecen en Dos Hermanas –se parece nuestro pueblo cada vez más a la Real Isla de León o San Fernando por el número de hermandades- y a la vista está, manifiestamente, que el número de ellas es cada vez mayor. Laus Deo.

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