Enrique Cabeza Cisma o un destacado jinete y cofrade nazareno

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Enrique Cabeza

Enrique Cabeza destacó, aparte de su trabajo, en el mundo del caballo y de las cofradías

Hoy voy a hablar de un personaje muy entrañable para muchos nazarenos como es Enrique Cabeza Cisma, artesano del zapato, zapatero de lujo, gran caballista, cantante, cofrade, bohemio y un personaje muy interesante y conocido dentro de la Dos Hermanas de su tiempo. Nació el 14 de mayo de 1944, hijo de Antonio Cabeza Rodríguez, natural de Dos Hermanas, y de Ana Cisma García, de esta misma naturaleza. Tuvo dos hermanos: Antonio, muerto en trágicas circunstancias en el Rocío que ya relataré, y Ángeles.

Que Enrique fue una persona despierta y muy inteligente no es ningún misterio. De hecho, estudió en el Colegio de San Hermenegildo de Padres Terciarios Capuchinos de Nuestra Señora de los Dolores, vulgo los Frailes, con una beca y obtenía muy buenas notas. 

Luego tenía un don: escribía  con las dos manos. Era ambidiestro. Escribía con la derecha y la izquierda, en una al derecho y con la otra al revés. 

Vivió en la calle Lope de Vega –la Cañada- esquina a  Rosario y, por último, en los pisos de San Antonio.

Lo cierto es que estudió en los Frailes y dejó de hacerlo. Lo cierto es que aunque trabajaba en la zapatería, que era el oficio de su padre, lo que le gustaba más era el cante. 

Cuando tenía catorce años ganó el concurso ‘Pasaporte a la fama’ que estaba de moda en esta época. El premio del concurso era un viaje a Argentina -al que su padre le prohibió ir- e ir a Madrid a grabar un disco. A la Villa y Corte sí fue pero a los dos días de estar en ella se vino sin grabar nada. Eso da idea de lo bohemio que era. Otro detalle es que el gran director de cine Benito Perojo quería grabar una película con él y también lo dejó colgado.

En otro mundo en el que destacó y  mucho es el paraíso del caballo. Todavía los que lo conocimos tenemos en la mente la planta de Enrique a caballo en el Valme o el Rocío, prototipo de jinete nazareno.

Fue juez internacional de doma a la vaquera, vocal de la Federación Hípica Andaluza y, lo más destacado, es que fue seleccionador nacional de doma. Representando a España estuvo en dos campeonatos internacionales, uno de ellos en Italia.

Era un gran caballista aficionado y, aparte de que hacía raya en las fiestas –Valme, Rocío, Feria de Sevilla-, era juez en la Feria de Dos Hermanas. Y tengo que contar que en Madrid se dice: “Si quieres ver buenos caballos no vayas a la Feria de  Sevilla, ve a la Feria de Dos Hermanas”. Por algo será.

Pero de la misma manera tenía afición al fútbol. Era futbolista de los leñeros. Era defensa central. Jugó en Los Palacios, en el Dos Hermanas y en el Tarifa mientras hacia el servicio militar.

Y destacó mucho en su oficio de artesano zapatero. En su taller se hicieron zapatos a personas conocidas como Espartaco, César el de los Morancos, Emilio Muñoz, Mario Conde, Manuel Prado y Colón de Carvajal, etc. Y no sólo trabajaba para el público  nacional sino también internacional  para países como: Francia, Alemania, etc.

Trabajaba toda clase de calzados: botas, zahones, polainas, zapatos, etc. Se relacionaba con todo el mundo y la indumentaria del jinete no del caballo.

En el mundo del artista, grabó un disco que llevaba de guitarrista                                         a Juan ‘El Peluca’.  Fue el único disco que grabó. Hay que anotar como anécdota que, cuando Antonio Romero Monge ‘El Pollito’ se quedó sin compañía porque Rafael Ruiz Perdigones se había ido al servicio militar, Enrique Cabeza se quedó de compañero.

Muestra de sus costumbres es que a las cuatro de la tarde tenía que dormir la siesta lo que está reñido con un artista pero que es una muestra más de sus hábitos.                                                                                                                        

Por otra parte tenía que salir de él cantar no que se lo pidieran, lo que es muy propio de grandes artistas.

Era, además, un buen letrista. Como muestra y broche se puede poner la siguiente:

“Cancela del Ajoli/ frontera del Rocío/cuando se oye crujir/ya se siente escalofrío/por el que se divisa allí/ese lucero escondío/no existe freno/pa dueña del corazón mío”.

Y quiero decir un poco sobre la familia. Su hermano Antonio murió en circunstancias trágicas en el Rocío en un momento muy especial: salió de las andas de la Virgen y murió al acostarse. Como es de esperar aquél doloroso acontecimiento marcó el Rocío de aquél año en la hermandad de Dos Hermanas. Estaba casado con Luisa Pérez Oñate, natural de Prado del Rey. Sus hijos son Antonio Luis, guardia civil, casado con Leticia Balboa Esteban y padres de Sofía y Gonzalo. Viven en Esparraguera. Una segunda es Ana María del Rocío, abogada, casada con Manuel Lozano Román, promotor inmobiliario, y  que tienen dos hijos Manuel y Antonio. Y un tercero es Andrés, arquitecto, arquitecto técnico e ingeniero de edificación casado con Aurora Estefanía Cabezuelo y padres de Aurora y Luis. 

La otra hermana de Enrique es Ángeles, ya mencionada, casada con Francisco González Rodrigo -natural de La Carolina-, que vive en Madrid. Tiene dos hijos: Jerónimo, guardia civil, y María Angeles.

Y en el mundo de las mentalidades, de las devociones que han actuado como motor en la vida de Enrique Cabeza, destaca su fuerte marianismo. Yo no recuerdo en especial ninguna devoción cristífera. Por supuesto, los Niños de las imágenes de María a los que tenía devoción. 

Su sobrino Andrés nos cuenta que tenía devoción a partes iguales a la Reina de Cuarto y a la Reina de las Marismas. Yo, que lo traté mucho, muchísimo, siempre lo recuerdo hablando con igual fervor de las dos. Pero también es notable, y muestra de su nazarenismo, que tenía gran devoción a Santa Ana. Y es este un carácter muy relevante: su devoción a la que es Patrona de nuestra ciudad.   

Son muchos los recuerdos que tengo de Enrique en el Rocío, muchas paradas del camino oyéndole cantar, muchas tertulias en casa de Manuel Castro Caro ‘Niño de la Cosaria’ que sabía lo indecible de cofradías. 

En efecto, en casa de Manolito empecé yo a aprender sobre las cofradías de fuera de Dos Hermanas y Sevilla. Manolito sabía muchísimo de Dos Hermanas, muchísimo, y de las cofradías de todas partes y muchas veces venía Enrique siempre con su gracejo y su buen humor a poner la guinda en las conversaciones.

Yo recuerdo a Enrique en muchos actos del Rocío y del Valme, siempre perfectamente maqueado  como diciendo ‘A tal Señor tal honor’. Después vienen esas imágenes míticas y místicas de verlo a caballo gallardamente como otros jinetes, entre muchos, como Manuel Moreno Pérez, Alonso López García, Juan Lozano Navarro y tantos y tantos de todas las edades.

En su querida hermandad del Rocío ocupó varios cargos en la mesa. En el mandato de Isidoro Junguito Moreno fue vocal. En el mandato de mi tío Antonio Alonso Muñoz fue alcalde de carretas segundo. En el mandato primero de Ignacio Sánchez-Blanco Parody fue fiscal.

Mis recuerdos  de Enrique Cabeza son, como los de tantísimos, muy buenos. Para mi  tío Antonio Alonso Muñoz ‘El Pelao’ seguramente son las remembranzas más entrañables, igual que para todos los de su tiempo. Varias generaciones de rocieros contamos con la amistad de Enrique, que fue un rociero de pro y que hizo mucho por las tradiciones de Dos Hermanas, sin alharacas tanto por las devotas como por las civiles. 

Contribuyó mucho a  la Historia, con mayúsculas, de Dos Hermanas, y por eso merece este pequeño homenaje.