Un Acta de la Hermandad de las Ánimas Benditas de Dos Hermanas

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Hermandad de las Ánimas Benditas
Imagen de archivo.

La hermandad se encuentra hoy unida a la Sacramental y a la de la Divina Pastora

Aunque he mencionado a muchas más, tres han sido fundamentalmente las cofradías de Ánimas que he estudiado a lo largo de mi carrera de historiador: la de la Parroquia Mayor de Santa Cruz de Écija -a la que estudié durante el Renacimiento-, la de la única Parroquia de Santa María de las Nieves de Fuentes de Andalucía -en la que me centré durante la centuria ilustrada- y, cómo no, la nuestra, la nazarena, la de la Parroquia Mayor y Más Antigua de Santa María Magdalena sobre la cual he trabajado en varias épocas.

Ahora bien, antes de entrar en el acta que hoy voy a analizar, quiero referirme un poco a la doctrina teológica sobre las Ánimas a fin de introducir al lector y, sobre todo, al fiel cristiano, en este mes que vivimos y en el que se conmemora la festividad de Todos los Santos y se dedica un día a todos los difuntos que se alarga a todo un mes, mes en el que, por ejemplo, las imágenes de María visten de luto.

Entrando ya en el asunto, diré que existen tres Iglesias: la militante, formada por los cristianos que gozan y sufren en el mundo; la purgante, formada por las almas que se encuentran en el Purgatorio y la triunfante, formada por los que gozan ya de la visión de Dios Uno y Trino. En el Purgatorio está el alma que muere en gracia sin haber hecho penitencia entera por sus culpas y, allí, se limpia de sus infidelidades e imperfecciones. Para la Iglesia Católica, la existencia del Purgatorio, se fundamenta en la Escritura, concretamente en el II Macabeos y en I Corintios III, 13 y 15 en cuyos versículos dice San Pablo: “(13) Su obra quedará de manifiesto, pues en su día el fuego lo revelará y probará cuál fue la obra de cada uno.

(15)Y aquel cuya obra sea consumida sufrirá el daño: él, sin embargo, se salvará pero como quien pasa por el fuego”.

Esta doctrina, fue también defendida por la Iglesia primitiva, por ejemplo por San Agustín, padre de la Iglesia Occidental. La pena en el Purgatorio es doble: de daño o privación temporal del goce divino y de sentido, simbolizado en el fuego purificador del que habla el apóstol de los gentiles, el genial Pablo. Además, la Iglesia defiende a ultranza que las almas del Purgatorio reciben alivio con las limosnas y sufragios de los vivos y, ante todo y sobre todo, con la celebración de misas, lo cual los papas han reiterado muchas veces.

Pero dejo este ya largo prólogo, para centrarme en un acta de 18 de noviembre de 1827. Reinaba a la sazón el absolutista monarca Fernando VII, el rey felón como es conocido, cuyo reinado osciló entre el liberalismo del Trienio Liberal (1820-1823), período de la hermandad nazarena de Ánimas que ya he estudiado en estas páginas, y el absolutismo. Ese día se reunieron en cabildo con los cofrades los curas de la, a la sazón, única parroquia: don Diego Delgado y el sempiterno don Alonso Joaquín de Rivas, del que se pueden contar multitud de historias. Por otra parte, asistieron don Pedro García, don Francisco de Paula Vigil -el sochantre que, con el nombre de don Gil, menciona en sus obras la gran Cecilia Böhl de Faber, ‘Fernán Caballero’-, don José Rubio Barbero, don José Tristán, don Francisco Sánchez de Mateo, don Francisco de Castro Carrillo, don Fernando Aguilera, don Juan José de Quirós, don José Tamayo, don Francisco Durán y otros diferentes hermanos que se juntaron en la sacristía de la Parroquia. Y se trató un tema muy importante: los mayordomos de la cofradía don Ramón García -que era receptor como luego se verá- y don Pedro García -que era, por lógica y por descarte, el de alhajas- habían dejado de ejercer sus empleos de mayordomos por sus muchos quehaceres. Algo tendría de verdad lo antedicho, pues los concurrentes aceptaron su petición por considerarla muy justa. En vista de ello, se nombraron por mayordomo receptor a don Francisco Sánchez de Mateo y por mayordomo de alhajas a don José Tristán. Pues bien, según las reglas de la cofradía -sobre las que he trabajado- aprobadas el 13 de julio de 1750 por don Manuel de Céspedes, canónigo dignidad de tesorero y provisor y vicario general del arzobispado de Sevilla, rigiendo la sede de los Santos Leandro e Isidoro el cardenal infante don Luis Antonio Jaime de Borbón (1741-1754), el mayordomo receptor se ocupaba de las cuentas de la cofradía. Por su parte, el mayordomo de alhajas se ocupaba de repartir las demandas para que los hermanos pidieran para la cofradía, tanto de día como de noche. Hay que decir que las demandas eran una de las principales maneras antes, y ahora, de financiación de las cofradías. También este oficial repartía la cera en las procesiones. Nombraba veinticuatro cofrades para pedir, como veremos dos para cada mes.

Luego, se nombra por alcalde primero más antiguo a don Pedro García. Recuerdo que las ordenanzas establecen que presidiría la cofradía un hermano mayor, que debía ser un sacerdote y, si no era posible, un seglar de buenas cualidades. Las reglas fijaban que existirían dos alcaldes. Los mayordomos una vez que abandonaban este cargo, según los estatutos, pasaban al de alcalde. Éste fue el caso de don Pedro García.

Volviendo al acta, diré que se nombró fiscal a don Francisco Durán y secretario a don Florencio Díaz. Todos presentes aceptaron sus respectivos cargos.

Después, aparece en el acta de este interesante cabildo un tema todavía más importante. Hacía algún tiempo que no se cantaba la misa de los lunes -que estaba recogida en las ordenanzas que debía celebrarse todos los lunes del año con responsorio, desfilando los hermanos alrededor de la iglesia, portando velas encendidas-. Por una cuestión alrededor de esta misa, entabló en Fuentes de Andalucía un pleito la hermandad de Ánimas con el vicebeneficiado de la parroquia, el cual he estudiado.

Por otro lado, muchos hermanos no pedían ni en la calle ni en la iglesia por las Benditas Ánimas. Y quiero hacer un inciso y narrar un episodio o costumbre de alto valor histórico y antropológico. Todavía en Campillos en la provincia y obispado de Málaga -donde viví un curso- salen las mujeres por la noche pidiendo por y para las Benditas Ánimas. También en La Alberca, provincia y obispado de Salamanca, sale por las noches la moza de Ánimas pidiendo por las mismas. Aún más, yo conocí a Tía Petra la última moza de Ánimas del lugar de donde era originario mi padre -Manuel Calderón Martín- Puerto de Béjar, que se encuentra en la provincia de Salamanca y obispado de Plasencia, como ya saben mis lectores.

Lo cierto es que aquí, en nuestra entonces villa, para solucionar el abandono de la pedida, se nombraron veinticuatro hermanos para pedir por las calles “como es costumbre sin que ninguno se pueda escusar a haser tan buena obra como no sea por legitimo impedimento”. Por otro lado, el mayordomo, seguramente el de alhajas, decía que no podía pedir en la iglesia los días de fiesta y tampoco obligaba a su compañero.

Por último, también comentaron en el cabildo que, en atención, a que estaban presentadas las cuentas del mayordomo antecesor don Ramón García -que era claramente el receptor- y él no había venido a darlas en ese día, se dejarían para otro cabildo para evacuar dicha diligencia. Y así acabó esta reunión de los oficiales que firmaron don Diego Delgado y Rivas, don Francisco Sánchez, don Juan José de Quirós, don José Tristán, don Florencio Díaz, don Ramón García y el secretario don Francisco de Paula Vigil.

Así acabo con este pequeño estudio de esta interesante acta pero quiero anotar algunas pequeñas consideraciones.

Por una parte, la relación del culto de las Ánimas con el de la Virgen del Carmen. En las reglas de 1750, se dice que la Virgen de esta marinera y consoladora advocación se veneraba en el centro del retablo de las Ánimas. Se pide que los cofrades de las mismas establecieran unión con los del Escapulario de Nuestra Señora bajo este título. Ello, parece enseñarnos bien a las claras que existía una cofradía que rendía culto a María con este nombre. En este estado de la cuestión, hay que hablar del privilegio sabatino. María prometió, según creencia piadosa, al general de los Carmelitas San Simón Stock (1165-1265) que bajaría los sábados al Purgatorio y se llevaría al cielo a los que hubieran llevado en vida su santo escapulario.

Pero ¿qué fue a lo largo de la Historia de la cofradía? Primero se fusionó con la Sacramental y luego, ambas, en 1954, se unieron a la de la Divina Pastora, clásica cofradía de entierros. Hoy forman la Antigua y Fervorosa Hermandad y Cofradía del Santísimo Sacramento, de la Divina Pastora de las Almas y Ánimas Benditas del Purgatorio que cela el culto del Señor, de María Pastora de su rebaño y cuida de las Ánimas y de los sufragios que hagan que pronto pasen a la Iglesia triunfante. Esperando, que se conserve y aumente el culto y las obras de Misericordia en esta antigua hermandad nazarena, es por lo que he escrito este artículo.

Fuentes Documentales

-Archivo Parroquial de Santa María Magdalena de Dos Hermanas. Sección 3. Hermandades, Cofradías y Asociaciones. 3.1 Hermandad de las Ánimas. 359/158. 3.1.1. Libro de Actas 1 (1813-1853). Acta del 18-X-1827. Folios sin numerar.