Obras pictóricas de la parroquia mayor de Santa María Magdalena

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Santa María Magdalena

Son muy interesantes los lienzos del Nacimiento de la Virgen y su Presentación en el templo

Hoy escribo un tercer capítulo sobre los cuadros que atesora la Parroquia de Santa María Magdalena, mayor y más antigua de nuestra ciudad.

Y voy a empezar hablando de dos cuadros no de relevante mérito artístico pero sí muy devotos, llenos de esa unción sagrada que deben tener los cuadros sobre nuestra fe y sus misterios.

Se trata de la representación de dos devotas escenas no recogidas en  los Evangelios Canónicos –Mateo, Marcos, Lucas y Juan- mas han sido consagradas por la tradición que deriva de los Evangelios Apócrifos. La narración, recogida por San Jerónimo, Padre y Doctor de la Iglesia, y difundida por la famosa Leyenda Aurea de Jacobo de la Vorágine narra que siendo infecunda y estéril Ana en su matrimonio con Joaquín tras veinte años, fue  rechazada la ofrenda que el esposo presentaba en el templo debido al anterior oprobio. Avergonzado y confundido, el padre de la Virgen quiso ocultarse en las montañas entre pastores y ganados. Pero se le apareció un ángel para contarle el favor de Dios: Ana le daría a luz una hija  a la que llamaría María. La nacida de madre estéril sería madre del hijo de Dios. Como señal le señaló que encontraría a Ana ante la Puerta Dorada del templo de Jerusalén. Igual anuncio llegó a oídos de Ana y ambos esposos corrieron al punto citado y se abrazaron con gran alegría. El milagro se produjo, pues, sin mediar contacto carnal, fue concebida la niña. Cuando Ana dio a luz, una vez cumplido el tiempo, la llamó María que significa señora, excelsa, sublime, gallarda, hermosa, mar, amada de Yahvé. Lo cierto es que la Iglesia acabó no aceptando el abrazo ante la Puerta Dorada y la concepción sin contacto carnal de la Virgen. 

En el cuadro que hoy comento, aparece Ana en la cama mientras una matrona sostiene a la Virgen. La acompañan su esposo y cinco mujeres. Todos estos personajes más un hombre y dos niñas se encuentran repartidos por una arquitectura anacrónica de corte clásico. Ya digo que es una obra de poco mérito pero sí muy historicista y devota.

En el segundo cuadro aparece otra escena de los apócrifos. Éstos narran que a los tres años de edad, María fue presentada en el templo y consagrada al Señora en agradecimiento por haber llegado a sus padres el favor del cielo. Una anécdota aparece en el libro De Nativitate Mariae. Tenía el templo alrededor                                                                                              quince peldaños de subida, de acuerdo con los quince salmos graduales. 

En una de estas gradas colocaron sus padres a la niña. Cuando ellos estaban entretenidos en cambiar sus vestidos de viaje por otros más limpios, la que sería Madre del Señor fue subiendo uno a uno todos sin que nadie le diera la mano para levantarla y  guiarla, andando con la gravedad propia de una persona madura. Es, concretamente, esta escena la que nos muestra el cuadro que comentamos. La Virgen viste con las vestiduras inmaculistas, blancas y celeste, colores que dictó la Virgen a Santa Beatriz de Silva, fundadora de las Franciscanas Concepcionistas. Esperan a la niña un hombre y una mujer. Él claramente presenta un doctor de la ley. Otros tres doctores                                                                                                                                                                                            se asoman a ventanas. Joaquín y Ana ven la escena desde el pie de la escalera. Igualmente aparecen un hombre y un niño. La composición se enmarca en una arquitectura fingida de corte clásico.

Las dos pinturas, aunque muy interesantes  por otros conceptos como el devocional,  son obra como he dicho de inferior calidad artística. Pueden datarse en el siglo XIX y miden 1’05 por 1’45. No son relacionados en los inventarios antiguos pero sí se recogen en los de 1950 y 1957 que los sitúan en el  templo. Últimamente se han venerado en la capilla actual del Santo Entierro habiendo pasado hoy a la sacristía donde se custodian. 

Dejando ya estos cuadros de la vida de María voy a mencionar el de la Virgen de Guadalupe. Hoy hay cuadros de la patrona de Méjico en la Parroquia de Nuestra Señora de la Oliva –junto a un cuadro del indio que la encontró San Juan Diego- y en la parroquia de Nuestra Señora del Amparo y San Fernando –junto al niño San José Sánchez del Río, martirizado por su fe a los catorce años en la Guerra Cristera- pero el más antiguo es el de la Parroquia de Santa María Magdalena. Es obra posiblemente del siglo XVIII y se relaciona con la producción del pintor de la Nueva España Juan Correa (1646-1716). La Señora tiene a los pies una media luna que sostiene un ángel.

Estas copias son, por supuesto, de la patrona de Méjico y no de la patrona de Extremadura o las patronas de Baena y Úbeda también llamadas con este nombre.

El cuadro, hoy muy deteriorado, aparece ya en el inventario de 1885. Mide 1’25 por 0’80. Hoy se conserva en la sacristía.

Y voy ahora a un cuadro de Santa Ana. No sólo se conserva el muy valioso de Juan de Espinal sino que también se encuentra en el despacho del párroco uno que presenta a la Santa sentada al lado de la Virgen Niña. 

Recuerda la iconografía de la Santa Ana Maestra, tan querida para los ilustrados. Se veneraba  antes en el brazo del crucero de la Epístola, donde hoy está la imagen de Nuestra Señora de Fátima y antes estuvo un desaparecido cuadro de la Virgen del Rocío. 

No lo mencionan los inventarios antiguos pues desde luego no podemos identificarlo con la perdida pintura de Santa que se encontraba en la capilla de Ánimas y que citan los inventarios de 1885, 1898, 1901 y 1921 y que pereció, al parecer, en la antigua Capilla de Nuestra Señora del Rosario, hoy de la misma advocación.  De la que hoy hablo se trata de una obra de arte de mediana calidad pero sí muy devota.

Otras pinturas adornan la parroquia. En el remate del retablo de Santa Ángela de la Cruz, en la cabecera de la nave del Evangelio, se encuentra una pintura  que nos representa a San José y el Niño de principios del siglo XIX. San José sostiene a Jesús modelo iconográfico que se impuso en el siglo XVII y continúa en el XVIII. Flanquean               la pintura dos relieves que, casi con toda certeza, efigian a San Cristóbal y Santa Bárbara. El retablo viene de Carmona y sustituyó a otro neoclásico de orden jónico en el que recibían culto Nuestra Señora de la Soledad, Jesús Yacente, San Juan Evangelista y Santa María Magdalena.  

En la cabecera de la nave de la Epístola, en la capilla de Nuestra Señora del Rosario, se encuentra en el remate del retablo de la Virgen un lienzo con la imposición de la capa a Santa Teresa de Jesús por parte de San José y la Virgen. 

Este hecho confirma el origen del retablo, el convento de San José de los Carmelitas Descalzos de Carmona, de donde vino el juego de retablos que sustituyó, o bien porque perecieron bajo las  llamas o bien porque se consideró que el conjunto de retablos barrocos del cenobio carmonense era mejor que los que existían de diversos estilos. 

Parece ser que sólo se salvaron cuatro retablos: el del Sagrario, el de la Virgen de las Virtudes, el de las Benditas Ánimas y el de la Oración en el Huerto, antes del Gran Poder como ha descubierto el historiador Jesús Barbero Rodríguez.  El retablo es obra de fines del siglo XVIII.                                                                         

Anunciando que continuaré con el estudio de los cuadros de Santa María Magdalena sólo me queda decir a manera de colofón que es grande el patrimonio pictórico de esta Parroquia Mayor de Dos Hermanas. Pero también la parroquia destaca por su arquitectura, por la orfebrería, por la escultura, etc.

Hay que hacer una reflexión sobre todos los cuadros y esculturas de la Virgen. María está representada en  numerosas esculturas y numerosos cuadros. Entre las primeras está la Virgen de Valme, la del Carmen, el simpecado de Nuestra Señora del Rocío, la Soledad, los Dolores, la Milagrosa moderna, la Milagrosa antigua, la de Fátima, la Pastora, el Rosario, la Virgen entregando el rosario a Santo Domingo, la Inmaculada, las Virtudes, María Auxiliadora, Fátima con los pastorcillos y la Estrella. La mayoría de ellas tienen mucha devoción sobre todo nuestra protectora y la Virgen del Carmen.

Pues bien así acabo. Ya escribiré un último capítulo sobre las obras pictóricas de la parroquia que son tantas y tan interesantes. 

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