Antonio Blanco Asencio, encantado con su oficio de matarife

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Antonio Blanco Asencio

“Aunque pase el tiempo me sigo considerando de profesión, matarife”

Antonio Blanco Asencio, más conocido como ‘Blanco’, durante años ha ejercido un oficio que, actualmente, pocos conocen: el de matarife. Trabajaba en el Matadero de Julio Carrasco en nuestra localidad hasta que cerró sus puertas. Disfrutaba con su profesión y ahora nos habla de ella.

¿Cómo llega al Matadero a trabajar?
Yo me he criado en el campo, con mis padres y mis seis hermanos, en la ‘Vereda Real’ que le decían. Mi padre conoció a alguien que trabajaba en el matadero y le dijo que a ver si me buscaba un hueco; y así lo hizo. Tenía yo 15 años.

¿Y usted conocía la profesión de matarife?
No, yo había estado con animales en el campo pero no conocía el oficio. Lo aprendí en el Matadero de Julio Carrasco, poco a poco, al ir viendo a diario lo que se hacía y también lo que me iban enseñando.

¿Y le gustó este trabajo?
Sí, me gustaba y me gusta aunque ya hace tiempo que no ejerzo.

¿En qué consiste el trabajo de un matarife?
Tiene que matar y despiezar el animal. Nosotros allí sólo nos dedicábamos a los cochinos. Al principio, te hablo de los años 70 todo era manual y después, poco a poco, comenzaron a entrar las máquinas en el proceso. Se hacía una cadena humana y cada uno se dedicaba a una parte hasta que se quedaba en los dos jamones. Había que pelarlo, destriparlo, sacar las peyas para la manteca,… De un cochino se aprovecha todo: las paletas, los lomos, pancetas, papadas, costillas, manitas, asaduras, tocino,… Los embutidos – chorizo, morcilla,…- también, con su aliño cada uno. Aquí se preparaban todas las carnes; lo único es que no se secaba porque el clima no es el adecuado, no estamos en la sierra.

¿Cuántos animales se podían despiezar en un día?
Alrededor de 130 ó 140, entre unas once o doce personas.

Ha pasado más de dos décadas realizando este trabajo que nos reconoce que le encanta, ¿han heredado sus hijos esta profesión?
No, yo he sido el primero de mi casa y el único. Y aunque pase el tiempo me sigo considerando matarife de profesión. No me importaría volver, ojalá me llamaran de un matadero porque me encanta y disfruto con el oficio. Pero desde que cerró el de Julio Carrasco, ya empezó a haber más máquinas, preferían a gente joven… Te digo, de verdad, que estaría encantado si me llamaran de alguno. Todavía me queda vida laboral por delante.

La de matarife, ¿es una profesión eminentemente masculina o también hay mujeres que lo son?
No, no, hay mujeres y las había también cuando yo entré, de aquí y otras que venían de otros pueblos como Los Palacios. Y con una destreza impresionante; date cuenta que había que manejar piezas de 200 ó 300 kilos y ellas lo hacían igual que un hombre.

Matarife, que no carnicero

Antonio Blanco Asencio comenta la diferencia entre matarife y carnicero y nos dice que el primero es el que se encarga de descuartizar y preparar las piezas y el segundo, las recibe ya sólo para cortar a trozos o en filetes,… y ofrecerlas al público consumidor.
Antonio disfruta hablando de todo lo relacionado con este mundo y también hace sus pinitos en los fogones con las carnes y con el material que se le ponga por delante: “somos muchos de familia, tanto por mi parte como por la de mi mujer, Rosario, y cuando me lo piden hago el guiso que sea, una carrillá, una carne con tomate,…”, nos cuenta.

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