La Cofradía de las Benditas Ánimas durante el Trienio Liberal (I)

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Benditas Ánimas

Sus actas nos permiten conocer la vida de esta piadosa corporación nazarena

Es muy desconocida la historia de la hermandad de las Benditas Ánimas de nuestra Parroquia de Santa María Magdalena. Tan sólo a saber existen algunos trabajos de Jesús Barbero Rodríguez y del autor de estas líneas. En efecto, en la revista de feria de 1999 publiqué un artículo clave para conocer la historia de la hermandad pues se trataba de un estudio de las primitivas reglas de esta corporación. Por él sabemos que las aprobó el 13 de julio de 1750 don Manuel de Céspedes, canónigo dignidad de tesorero y provisor y vicario general del arzobispado de Sevilla. Ocupaba la sede de los santos Leandro e Isidoro el cardenal don Luis Antonio Jaime de Borbón (1741-1754), hijo de Felipe V e Isabel de Farnesio y hermano pues de Luis I, Fernando VI y Carlos III los tres hijos de Felipe V -los dos primeros hijos de María Luisa Gabriela de Saboya y el tercero de Isabel de Farnesio- que ocuparon el trono de España. Pero hay que decir que el cardenal-infante -que luego renunció a la púrpura y contrajo matrimonio con la noble aragonesa doña María Teresa de Vallabriga y Rozas- vivía fuera de Sevilla por lo cual sirvió de coadministrador don Francisco de Solís Folch de Cardona (1740-1752), luego arzobispo titular entre 1755-1775 y cardenal de la Santa Iglesia.

Pero hoy para no dejar pasar el mes de los santos y los difuntos que es noviembre sin estudiarla vamos a hablar de la cofradía durante los difíciles años del trienio liberal (1820-1823), época en que gobiernan los liberales durante el reinado del rey felón, el controvertido Fernando VII, tras el levantamiento del general Rafael Riego en Las Cabezas de San Juan el 1 de enero de 1820 en el que involucró a las tropas que iban a luchar contra la independencia a América. Este intervalo en el reinado absolutista del monarca acabó en 1823 con la intervención de los franceses cien mil hijos de San Luis, dirigidos por el duque de Angulema, que restablecieron el poder absoluto del monarca. Y fue esta una época en que sufrió la Iglesia, ya muy castigada por los desmanes de las tropas francesas durante la guerra de la Independencia y el gobierno de José I Bonaparte, rey impuesto por su hermano el gran Napoleón Bonaparte. Las órdenes tuvieron que sufrir períodos restrictivos durante estos tres años que fueron preludio de lo pasado por la Iglesia española durante la desamortización de Juan Álvarez Mendizábal (1835-1836) y la de Pascual Madoz (1855) ya durante el reinado de Isabel II.

Ahora bien, lo cierto es que las actas de la hermandad de Ánimas de nuestro pueblo no muestran nada de lo que acontecía en este difícil periodo. La cofradía siguió su vida normal que nosotros vamos a analizar en la medida que podamos. El 26 de diciembre de 1820 se celebró cabildo en Santa María Magdalena al que asistieron don Alonso Joaquín de Rivas, cura más antiguo e hijo del pueblo conocido por haber fundado la hermandad del Pecado Mortal –como ya hemos estudiado- y por su pleito con la Oración en el Huerto acerca de la celebración del setenario de la Virgen de los Dolores que ha estudiado Antonio José López Gutiérrez y al que consideramos un personaje clave en la historia de nuestro pueblo; don Manuel López Tinoco que era el mayordomo receptor; el alcalde de la cofradía don Francisco Durán; el secretario don Francisco Vigil que fue un famoso sacristán de Santa María Magdalena; don Andrés López Mérida y otros hermanos. Y nos arriesgamos a afirmar que era un escogido elenco de nazarenos los que formaban en esta que sería prestigiosa hermandad como lo era la sacramental. Ello se puede atestiguar examinando también las reglas donde aparece un escogido plantel de hijos de la villa o que vivían en ella lo que analizaremos luego. Hoy tanto esta corporación como la sacramental están fusionadas con la de la Divina Pastora. La unión se efectuó en 1954. La primitiva cofradía pastoreña se había fundado en 1734 como congregación del Rosario y fue convertida en hermandad en 1743 por el apóstol de esta devoción el capuchino Fray Isidoro de Sevilla.

Pero sigamos con las actas de las Ánimas. Y nos llama mucho la atención que los mayordomos y oficiales dejaron sus empleos alegando sus muchas ocupaciones. Nada ha cambiado en los largos años que van desde 1820 a nuestros días pues en nuestra época también son muy normales las renuncias a los cargos de las cofradías por las ocupaciones de los hermanos.

Eso por no hablar de los que renuncian por disputas en el seno de las mesas, lo cual también abunda desgraciadamente en nuestras complicadas hermandades.

Lo cierto es que, para ocupar los cargos de los hermanos que dimitieron, se nombra a Ramón García, mayordomo receptor y a Pedro García mayordomo de alhajas -cargo que hasta el siglo XX se ha mantenido en hermandades como Vera-Cruz por citar otra también nazarena-. Recordemos a propósito de este cargo que lo tradicional en el siglo XX en Dos Hermanas en hermandades como Vera-Cruz también era que el mayordomo fuera el jefe de los priostes llevando las cuentas el tesorero. Mas siguieron ocupándose cargos. Quedó de alcalde más antiguo Manuel López Tinoco, que era el mayordomo receptor en la junta dimisionaria por lo cual vemos que no se quedó sin cargo. A la vez se nombró mayordomo más moderno Francisco de Castro Carrillo y fiscal a Francisco Durán. Siguió según se ve en las actas y en las partidas de cargo y data el famoso don Francisco Vigil.

Por último, se le tomaron las cuentas de cargo y data a Manuel López Tinoco y se comprobó que las cuentas estaban a favor de la hermandad y en contra suya por haber sido el cargo menor que la data. El mayordomo perdonó lo que la hermandad le debía. Firmaron este acta y esta toma de cuentas los que sabían que lo eran el cura don Alonso Joaquín de Rivas, Ramón García, Andrés Durán, Francisco Durán y el celoso secretario Francisco Vigil. A continuación de esta pequeña acta aparecen varios cargos y datas, varias como sabemos revisiones de cuentas de la hermandad pero ello lo dejaremos para otro artículo en que podamos incluir todo este estado de cuentas y hablar un poco también de la composición social de la confraternidad. Sólo diremos que es un verdadero orgullo para Dos Hermanas conservar en la actual Hermandad Sacramental el legado de tres viejas cofradías.

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